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TORMENTO Y QUIETUD: Y ENTRE AMBOS LA EXISTENCIA Por Jessica Atal

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TORMENTO Y QUIETUD: Y ENTRE AMBOS LA EXISTENCIA
Por Jessica Atal

Publicado en la Revista mensual de Arte y Cultura LA PANERA N°98, Octubre de 2018


Un hermano muerto
Isabel Baboun Garib. Editorial Cuarto Propio. Santiago, 2018. 82 páginas.

Corazón
Leo Lobos. Editorial Mago, Santiago, 2018. 48 páginas.


La narrativa de Isabel Baboun (Santiago, 1984) tiene la fuerza bestial de la juventud. La seguridad de la emoción. La puñalada de la frase breve y certera. La sinceridad de quien no tiene nada que perder y la atracción de un surrealismo maquillado de hiperrealismo. Baboun es actriz, además de escritora, por lo que su prosa está contaminada –y abonada, claro– por la obra dramática. “Una actriz con Renée”, por ejemplo, parece más bien una escena corta de una pieza teatral y detrás de sus escritos se intuye una potente creación interdisciplinaria.

Son nueve los relatos que conforman “Un hermano muerto”, y avanzan a la velocidad del vértigo, de la escritura automática, con la urgencia de la catarsis, con el yo que se desborda por todos lados y que todo lo inunda o lo ahoga. “Me hago pedazos en la idea de existir, de poder hacerlo, de pertenecerle”, escribe en “Judith”, la historia que abre este volumen, y que ya nos da una idea de la intensidad con que se presentan y confunden los personajes. Porque en este relato -una puesta en escena-, la actuación se hace una con la realidad/escritura. Judith reclama que la actriz “apenas encuentra mi cuerpo en el suyo cuando intenta representarme”, junto a la exigencia del director que cumple un papel algo mórbido en este trío, pues es la actriz la enamorada de él. O es ella, Judith, quien le pide sangre. “En los teatros se escriben las verdades”, escribe Baboun, en otro de sus cuentos, “Cuando un abrazo se ensaya”.

En general, estos relatos son como pequeños ensayos de pequeños momentos de tremenda intensidad, de desgarradoras vidas. Las ideas se suceden unas a otras igual que las emociones que contaminan las ideas o acciones. Baboun presenta aquí una prosa fuerte, muy teatral (cómo no recordar a Pirandello). Nos hace pensar en una escritura que se apodera de una voz más que una voz que se apodera de la escritura. Es decir, Baboun tiene todas las de ganar apostando como autora que impactará con la fuerza que ya demuestra en este primer libro. En el fondo de su ser, “todo tiene relación con la lengua”. Esa es la máxima del alma de un escritor.

“Corazón”, de Leo Lobos (Santiago, 1966), es un pequeño y corto libro de poesía que, de cierta manera, se alza como la propuesta opuesta de la escritura de Baboun. Aquí no hay catarsis ni rastros de escritura automática ni desahogos experimentales. En los poemas cortos de Lobos, y en sus versos cortos también –de no más de una o dos palabras algunos-no hay nada que quiera inquietarnos el corazón, más que la conciencia pura y sosegada de su latido: “Quién eres, existencia, sino mi corazón/ ahí estoy, latiendo en ti”. Lobos nos recuerda la poesía intimista y minimalista de Godofredo Iommi Amunátegui. Escribe con lo mínimo. Cada uno de sus versos (cuando alcanzan a reflejar una imagen), o sus estrofas, son prácticamente un poema en sí mismo, porque si pensamos en la belleza como el objetivo último de la poesía, este hablante lírico ha dado un gran paso respecto a su obra anterior. Este “corazón” es metáfora del amor, es una forma de agradecer la vida, con sus luces y sombras. Es observador y soñador a la vez. Es sutil, en la manera de aprender el poeta a reconocerse a sí mismo en el lenguaje y a reconocer a aquella a quien se ama. La riqueza del pobre es, en este contexto, la facultad que encontramos en el estilo de Lobos, donde nos deja escuchar incluso el silencio de la poesía en el lenguaje y, a su vez, la poesía en el silencio de la naturaleza (“Sé que en el mar, el amor tiene raíces”). Es una poesía hecha para aquietar y alegrar el alma. Sin pretensión alguna, con la sencillez de esas cosas que rozan la luz. 

Jessica Atal





Enrique Lihn y Nicanor Parra: Conversación entre dos grandes poetas latinoamericanos (audio)

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Visiten www.poetaenriquelihn.com


Compartimos con ustedes un video que incluye una extensa conversación entre el tremendo Nicanor Parra y Poeta Enrique Lihn. El diálogo versa en torno a la trascendencia del escritor, el humor frente a la escritura crepuscular, la figura de Kafka, las influencias tras la poética de ambos autores y su gran amistad.



Presentaciones de Mario Montalbetti en Chile - El pensamiento del poema (Cinosargo/Marginalia)

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Presentaciones de Mario Montalbetti en Chile - El pensamiento del poema (Cinosargo/Marginalia)





Me hubiera gustado ser un personaje secundario en alguna de las narraciones de Cesare Pavese: Entrevista a Luis Benítez

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“Me hubiera gustado ser un personaje secundario en alguna de las narraciones de Cesare Pavese”


Luis Benítez responde “En cuestión: un cuestionario” de Rolando Revagliatti


Luis Benítez nació el 10 de noviembre de 1956 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, capital de la Argentina. Es miembro de instituciones de su país, Estados Unidos, Grecia y la India, y ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Obtuvo, entre otros, el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, Uruguay, 1996), el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996), el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). De entre los ensayos, antologías, etc., a propósito de su obra citamos “Sobre las poesías de Luis Benítez”, de Carlos Elliff (1991), “Conversaciones con el poeta Luis Benítez”, de Alejandro Elissagaray y Pamela Nader (Tomo 1, 1995; Tomo 2, 1997), “Poemas reunidos” (antología en e-book, introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, 2006), “La poesía es como el aroma. Poética de Luis Benítez”, de Camilo Fernández Cozman, “La novelística de Luis Benítez. Aproximaciones críticas a la historiografía, la mitología y la masculinidad patriarcal”, de Assen Kokalov (2015). Publicó a partir de 1980 los poemarios “Poemas de la tierra y la memoria”, “Mitologías / La balada de la mujer perdida”, “Behering y otros poemas”, “Guerras, epitafios y conversaciones”, “Fractal”, “El pasado y las vísperas”, “La yegua de la noche”, “El venenero y otros poemas”, “La tarde del elefante y otros poemas”, “Manhattan Song. Cinco poemas occidentales”, “La tierra permanece”, etc. Su libro “Amores patrios (las más conmovedoras historias de amor de la Argentina” fue editado en 2012. Publicó a partir de 1997 las novelas “Tango del mudo”, “El metro universal”, “Hijo de la oscuridad”, “Sombras nada más (una novela del peronismo mágico)”, “Madagascar” y “Los amantes de Asunción”. De su dramaturgia se socializó en 2006 la pieza “18 whiskies”, así como de su cuentística fueron dándose a conocer, por ejemplo, “Zapping” y “Las ciudades de la furia”. Algunos de sus libros de ensayo son los titulados “Juan L. Ortiz: el contra-Rimbaud”, “El horror en la narrativa de Alberto Jiménez Ure”, “Jorge Luis Borges: la tiniebla y la gloria”, “La novelística de Teódulo López Meléndez: escribir desde la fisura”, “Carl Jung: un chamán del siglo XX”, “Sigmund Freud. El descubrimiento del inconsciente”, “Erich Fromm. El amor, el psicoanálisis y el hombre”, “Digresiones”, “Historia de la poesía argentina”. 



1: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

LB: Un cuento, a los doce años, horrible, titulado “La rata verde”, con el que gané un concurso en el colegio. Afortunadamente no conservé ese texto.


2: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

LB: Me encantan la lluvia y las tormentas, en especial el olor del ozono y el de la tierra mojada. Ver sangre no me gusta, especialmente si es la mía. La velocidad me parece detestable, sobre todo porque les agrada a la mayoría de los tontos que conozco, y en cuanto a las contrariedades me revientan pero, viviendo en la Argentina, me tuve que acostumbrar a sobrellevarlas.


3: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?... 

LB: La inspiración es algo que hay que acostumbrarse a invocar a voluntad, para poder arrancar con el trabajo de escritura. En poesía cumple un papel fundamental, pero en narrativa la cosa es muy distinta: hay que disciplinarse uno mismo y también disciplinar a la inspiración, caso contrario no podés escribir una novela de 528 páginas.


4: ¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?

LB: De ninguno. Detesto que se ponga en primer plano lo que un tipo padeció, dijo, hizo o intentó, cuando lo que me interesa primordialmente es su obra. Sobre todo cuando la subrayada referencia alude a sus vicios y miserias, que parecen empaparse de grandeza solamente porque le corresponden a un genio. Siempre es más fácil imitar de algún grande las flaquezas que los méritos. Pero aunque Dylan Thomas era un borrachín, no cualquier borrachín puede ser Dylan Thomas.


5: ¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?

LB: “El buey solo bien se lame”, ese es mi favorito.


6: ¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

LB: “El Jardín de las Delicias”, de El Bosco, la primera vez que lo vi en el Museo del Prado. Yo estaba dando vueltas por la sala contigua y como quien no quiere la cosa, mi mujer me llamó desde la siguiente, sin decirme de qué se trataba. Fui hasta donde ella estaba y me lo señaló, sin agregar nada. Fue un shock ver las tres tablas allí, cubiertas de tanto universo. Y también, en Roma, las ruinas del palacio de Augusto, rojas sobre el Monte Palatino. Y el Palacio de Cnosos, en Creta, con sus 4.500 años de antigüedad, pimpante y absoluto a un costado de la ruta. Y Micenas, en Grecia continental, con la “tumba de Agamenón” (donde nunca fue sepultado Agamenón) junto a la Puerta de los Leones. Todo lo que desde niño leí sobre estos sitios y esa pintura, vinieron a mi mente en esos sendos momentos y cada vez que los recuerdo, como ahora cuando escribo sobre ellos, me sacude algo maravilloso, no hecho de palabras sino de sensaciones poderosas.


7: ¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

LB: Papelones protagonicé mil, como todo el mundo, pero algo gracioso y que todavía me causa mucha risa fue lo que me sucedió en 1979, yendo por una calle del centro de Buenos Aires. Años antes yo había escrito un folleto sobre trabajo manual para un sello editorial muy importante en aquel entonces, bien conocido porque, además, era tacaño y demorón para pagarle a los escritores. Iba distraído yo por ahí, cuando una mujer madura me llama y me vuelvo hacia ella y no la reconozco. Era la jefa de la colección donde esa editorial me había publicado el fascículo, en mi caso puntualmente pagado. La señora, tras darse a conocer, me pregunta si me habían pagado entonces aquel trabajo. Yo francamente ni me acordaba de él, conque le dije que no. Inmediatamente me citó en la sede de la empresa, para al día siguiente abonarme lo correspondiente. Antes de acudir a la cita recordé que sí me lo habían pagado, pero de todas maneras fui y muy seguro de que me sacarían de allí a patadas. Eso no sucedió y así fue que me pagaron dos veces. Con ese dinero y algo más que había ahorrado, pude editar mi primer poemario, que como la mayoría de los autores, tuve que financiar de mi bolsillo… y gracias a la mala contabilidad de aquellos sujetos.


8: ¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?

LB: La seguridad de que yo no estaré allí para ver de qué fue la cosa con mis obras. Eso también puede ser una suerte para uno, bien mirado el asunto.


9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?

LB: La rutina es imprescindible para un autor. Ayuda a ordenar el mundo y ubicar en él ese lapso destinado sola, exclusivamente a la escritura. Si no existiera esa rutina —y debe de existir cada día— sería imposible escribir obras de largo aliento. En cuanto a la rutina que sí me aplasta, es la que tiene que ver con gente que hace siempre lo mismo, dice cosas similares, piensa de modo invariablemente parecido, y que, por causas de fuerza mayor, debemos tolerar a nuestro lado. Eso me agobia y me resulta absolutamente insoportable.


10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

LB: El estilo debe ser cambiante y plástico, o se corre el peligro cierto de la autofagia. La perfección a repetición —como en Borges y tantos otros— es un defecto. Hay que hacerse de un estilo y luego cambiarlo y luego a ese segundo transformarlo en otro y así siempre. Te quedás muy contento con un modo de escribir y estás ya muerto. A lo sumo serás lo suficientemente aburrido como para que te den el Premio Nobel.


11: ¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente? 


LB: Me indignan y me ponen violento casi todas las noticias que leo en los medios de comunicación, porque describen un mundo signado por la hipocresía, el interés sectorial, la mala fe y la falta más absoluta de compasión. Me hartan de inmediato los pedantes, una fauna que abunda por todas partes, cuando tan evidentemente se transparenta en ellos la pequeñez y la estupidez más concretas y groseras. Me indigna el abuso de poder, precisamente porque sé que el poder no corrompe, simplemente delata.


12: ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?

LB: La de un niño feliz, en los años sesenta, subido a un burrito en La Falda, Córdoba. Dichoso meramente por estar subido a un burro en La Falda, sin mayores necesidades que seguir allí, sobre el lomo de aquel animalito.


13: ¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

LB: Me hubiese gustado estar en una borrachería de Madrid, en el siglo XVII, donde cada tarde se reunían a molestarse mutuamente, pelearse y tomarse el pelo Miguel de Cervantes Saavedra, don Luis de Góngora y Argote, Lope de Vega y Francisco de Quevedo. Se querían tanto que casi no se podían ver. En cuanto a la segunda posibilidad, me hubiera gustado ser un personaje secundario en alguna de las narraciones de Cesare Pavese, por ejemplo, “La casa en la colina”.


14: El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

LB: Son elementos sustanciales en muchas de mis obras, tanto en narrativa como en poesía, pues expresan al hombre y el hombre es el protagonista de cuanto escribimos. Es en los textos donde intentamos sentar sobre ellos —y muchos otros elementos más— algún criterio, darles una orientación, adivinarles un sentido. Eso solo sucede en la ficción, que invariablemente obedece a la premisa de ser un universo ordenado, así su temática sea el caos. En lo que llamamos “la realidad” todo sucede de modo diferente, sin criterio, orientación o sentido, simplemente sucede y, por lo general, no conduce a ninguna parte, no tiene ninguna necesidad de ello. En la ficción sí, obligadamente.


15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías? 

LB: Al Erasmo de Rotterdam que escribió sobre la montura de su caballo el “Elogio de la locura” y terminó de revisarlo en la casa de su amigo, Tomás Moro. En una semana dejó para siempre escrito uno de los textos más actuales… redactado en 1515.


16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...

LB: Las reseñas literarias escritas por conveniencia, a sueldo de un avisador, abundantes en adjetivos vacíos, lobbistas, y aquellas donde al que escribe solo le interesa “lucirse” como un marmota, en vez de introducirnos en la obra de un tercero, que es lo que de veras queremos conocer. Prefiero las imprecisiones del hombre común, que no sabe que es parte de una especie que puede muy bien ser definida como “el animal que narra”, porque todo el tiempo estamos contando algo, a los demás o a nosotros mismos. Y quien no sabe que está narrando lo hace de un modo exquisito, pleno de alusiones y elusiones que ignora que está empleando, pero que si le prestamos la adecuada atención a lo que dice, se tornan evidentes e inmejorables.


17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?

LB: La contradicción casi permanente es una de las características que nos define como humanos. Eso generalmente me perturba, en ocasiones me entristece y siempre me asombra. No lo resuelvo nunca.


18: ¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?

LB: Sí, lamentablemente sí. Creo que es una consecuencia de nuestra misma condición de humanos. Somos un experimento fallido de la naturaleza y la hemos suplantado por un ámbito artificial, imposibilitados como estamos de volver al natural. Lo que hemos construido en torno de nosotros, para habitarlo, fue hecho “a nuestra imagen y semejanza”: es cruel, hostil e irracional, como el mono agresivo e inescrupuloso que no admitimos que somos en realidad. Mas como todo experimento fallido, albergamos en nosotros mismos la fuente de nuestra propia destrucción. El “mundo” que creamos desaparecerá con nosotros y a pesar del destrozo que hagamos, la Tierra a lo sumo demorará cinco mil años en restaurarse, como ya sucedió antes con extinciones masivas y sucesivas que tuvieron lugar. Alguna vez desapareció el 95% de la vida en el planeta y allí sigue estando todo él, esperando a que desaparezcamos de una buena vez.


19: Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?

LB: Nelson Mandela. Veintisiete años recluido por sus verdugos en una mezquina habitación de pocos metros cuadrados de superficie, privado de acceso a cualquier tipo de información acerca de lo que sucedía fuera de esas cerradas paredes. De esa celda que hubiese enloquecido a cualquiera salió para dirigir los destinos de su país, demostrando que el cuerdo era él.


20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

LB: La imbecilidad, el lado idiota que todos tenemos, como lo especifica Paul Tabori en su libro “Historia de la estupidez humana”, lectura memorable. Tabori muestra y demuestra en ese volumen no solo que la bobería existió en toda época y cualquier lugar, sino que también, como ajustadamente afirma este autor rumano, es invencible. Recuerdo lo que dice de una plaga medieval, una oruga que se estaba comiendo todas las vides de Francia: la urgente medida fue excomulgarla y luego pasada al juzgado civil. Desde ese fuero se mandó apresar a una de las orugas para colocarla en el banquillo de los acusados; se le asignó un defensor letrado pero el discurso del fiscal del reino pudo más y el insecto fue condenado a la pena capital. El hacha del verdugo lo partió en dos, en solemne acto ante el rey, los obispos y el pueblo vociferante. Ese año las orugas devoraron cuanto quedaba de las vides y cientos de miles de personas murieron de hambre.


21: ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?

LB: Con una dosis adecuada de resignación, entendiendo dos cosas: que en la mayoría de las cuestiones uno no tiene arte ni parte en el rumbo de lo que finalmente sucede, lo que está en manos de terceros y sin que medien en absoluto las actitudes ni las aptitudes de uno. En segundo lugar, sabiendo que la perfección es una muy ambiciosa unidad de medida griega, apenas un punto de comparación y no una meta, por lo inalcanzable que resulta ser. Entonces, ¿a qué apesadumbrarnos si terminamos a varios kilómetros de lo que nos proponíamos ser o hacer?


22: El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

LB: Como pude en cada etapa de mi vida, a veces bien, a veces mal, generalmente terminando en tablas la partida. En el amor solamente ya en la edad madura tuve la fortuna de alcanzar la felicidad conyugal de la que ahora disfruto. La contemplación siempre fue adecuada para “detener el mundo” y mirarlo cara a cara, para intentar nuevamente comprenderlo: siendo parte de todo lo que da vueltas en el lavarropas es imposible entender cómo funciona el aparato. El dinero es cosa utilísima si nosotros lo utilizamos a él y no él a nosotros, pero conseguirlo sale caro, por lo que es más inteligente racionalizar la búsqueda y limitarse a bregar exclusivamente por la cantidad necesaria. Más allá de ella, quien toma las riendas no somos nosotros y eso es bien peligroso y hasta mortal. Se vende el alma por dinero —los ejemplos nos rodean— y a los cincuenta o sesenta añitos un buen infarto de miocardio viene a coronar una vida de traiciones, zancadillas, mentiras y simulaciones. Llegamos antes, detrás del bendito dinero, al destino que nos espera a todos, héroes y villanos, justos e injustos, réprobos y santos: nos convertimos en 15 ó 20 kilos de osobuco tirados en una fosa repleta de gusanos. En cuanto a la religión y sus alrededores menos reputados, yo respeto por método todas las creencias, inclusive las supersticiones más estúpidas, porque a fin de cuentas es un rasgo más de lo humano y porque la razón, tan primitivos somos, apenas tiene unos trescientos años de historia, tal como la conocemos ahora. El resto del tiempo estuvieron siempre, la mayoría de las personas, en manos del pensamiento mágico, con los resultados que ya conocemos. Y no por eso la suposición de la existencia de lo sobrenatural dejó de existir, sino que aprendió a convivir con la razón formando un cóctel desconcertante. Hay estudiantes de lógica que van a un examen llevando en el bolsillo una pata de conejo y científicos hincados frente a un pedazo de yeso pintado. Así de contradictorios somos. Respecto a la política… soy francamente escéptico en cuanto a que la humanidad alguna vez pueda organizarse de un modo más justo, equilibrado e inteligente. Tuvo muchas oportunidades, desde la polis griega, la república romana y otras intentonas fallidas. Todas fracasaron y no hubo revolución que no terminara en una monarquía plebeya, lo que permite deducir que el apetito de poder y supremacía de unos cuantos termina por someter a cualquier principio que esos mismos individuos digan albergar en favor del resto de la humanidad. A lo sumo, lo que se puede lograr en el actual estado de evolución de nuestra especie es un sistema que permita llevar una vida sin excesivas estrecheces y eso, como objetivo extremadamente máximo.


23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

LB: El término “artístico”, tan tergiversado por la cultura de masas, ha terminado por albergar, para el consenso, también a las formas que implican lo paraartístico, aquello que clásicamente ubicábamos bajo la definición de kitsch: lo que está colocado en el lugar del arte sin ser el arte. Así, en nuestro tiempo, aberraciones como la paraliteratura, eso que llaman “teatro comercial”, la pseudopintura y la pseudoescultura (llevadas adelante para ganar dinero en base a un mecanismo de marketing que sobrevalúa esas supuestas “obras” en función de generar prestigio para quien posee la chequera suficiente para adquirirlas); toda esa enorme pila de basura y sus beneficiarios, intermediarios, ejecutores y burócratas me resultan insufribles y desde luego, extremadamente peligrosos para el pensamiento y la sensibilidad contemporáneos. Quien colabora directa o indirectamente con esta labilidad de los valores humanos y el sentido no es tan inocente como se excusa, diciendo —por ejemplo— que “lo mío es entretener”. Ese agente de la premeditada inducción a la idiotez a lo que aspira —objetivo que no pocas veces logra— es a ser reconocido como “literato” o “artista”. La literatura cabal hace evolucionar, amplía los horizontes de nuestra consciencia y el conocimiento de nosotros mismos; en cambio, la paraliteratura nos lleva a involucionar, a aceptar paulatinamente estrechas y convencionales nociones de la realidad, que además tienen por misión domesticar la imaginación, narcotizar el despliegue posible de la inteligencia, retrasar y adormecer las capacidades latentes de la consciencia. Eso es lo que me resulta insufrible, no el arte cabal en cualquiera de sus formas. 


24: ¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?...

LB: No siento nostalgia por ningún sitio transitado por mí en esos períodos etáreos y, en general, la nostalgia no es un estado de ánimo que yo albergue. La nostalgia es el onanismo de la memoria.


25: ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción.

LB: El desajuste de la visión es el bosque y su ceremonia y el pensamiento la autenticidad, cuando el azar de la muerte se traduce en la danza de la ciudad, la lengua del sufrimiento y el sacrificio, con todas sus miniaturas. Lo anterior parece un “cadáver exquisito” jugado en solitario.


26: “Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?...

LB: En el impreciso límite que les impone su reducida capacidad de expresión. Lo inexpresable, lo inefable, lo que llamaríamos “lo real real” está más allá de las fronteras que alcanza el lenguaje. La poesía es capaz, en sus logros más acertados, de aludir a lo que está más allá del poder de las palabras, aunque, paradójicamente, esté hecha enteramente de palabras.


27: ¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

LB: Siempre disfruté, por suerte, también de las obras de señoras y señores cuyas afinidades electivas estaban definitivamente a un año luz de las mías, aunque conservando la consciencia de que en muchos casos sus autores eran unos reverendos hijos de puta. Para ello, hay que romper definitivamente con el cuento romántico de que la autora, el autor de una obra memorable, por ser tales resultan lo más excelso en todas sus facetas de lo humano. No es así, nunca lo fue y seguramente nunca lo será. Una cosa es la obra y otra su creadora o su creador. Un campo no impregna necesariamente al otro.


28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?

LB: Como una demostración más de lo primitivo y bajo que albergamos como parte constitutiva de nosotros mismos, mal que nos pese. Por supuesto que esta comprensión del asunto no quita que jamás vaya a perdonar u olvidar tamaña bajeza y siempre la tenga presente, como es mi estilo en las relaciones personales.


29: No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?

LB: A las mujeres y los hombres comunes, los soldados rasos de la humanidad, que viven en un mundo que no tiene piedad por nadie, que no intenta ni por asomo comprender a nadie, que no respeta la existencia ni las necesidades más básicas de nadie, y siguen esforzándose por seguir con vida, ignorando generalmente el grado de heroísmo que eso implica.


30: ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

LB: Es fundamental tener bajo control al animalete que somos, o dejaríamos detrás de nosotros un sendero cubierto de cadáveres. Es algo que se aprende, una capacidad adquirida. Ante una afrenta de cualquier tipo, el primer impulso es masacrar al atrevido, pero allí está la cultura y también levanta la mano la experiencia, que nos enseñaron que eso no debe hacerse. De todas maneras siempre sentimos la falta de aquellos tiempos bravos en que se podía rajar a un tipo de un hachazo, desde la coronilla hasta el ombligo, una satisfacción inmediata, el privilegio de una época donde era desconocida la úlcera gástrica y la ingesta cotidiana de batracios. En cuanto a los entusiasmos, me encantan, así duren muy poco. La raíz griega del término es por demás maravillosa: significa “el dios en mí”.


31: ¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?

LB: Ningún artista genuino es alabado lo suficiente.


32: ¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?

LB: La gran Luisa es de una precisión quirúrgica en sus textos. El amor, efectivamente, es desigual, y por ello existen, perduran y desarrollan tranquilamente sus respectivas patologías el sujeto que ama y el que es amado. Pero, en el amor pasión —la forma más prestigiosa— ello no es obstáculo alguno, sino incluso todo un mérito. ¡En latín “pasión” —passio— significa sufrimiento, y encima viene del griego pathos! Tomemos a Dante Alighieri, por ejemplo: vio solamente nueve veces a Beatrice, quien tal vez observada por otros ojos que los del divino hijo de Firenze era objetivamente una abombada. Ella nunca le dirigió siquiera la palabra y Dante se vengó del destino de amar y no ser amado escribiendo para siempre la Divina Comedia. ¿Qué hubiese pasado si la cosa se hubiera resuelto de manera distinta, si la Bea le hubiese dado bolilla al narigón talentoso, hubiesen establecido una rotisería o un maxiquiosco a las orillas del río Arno y criado unos veinte hijos? Fue la asimetría del amor la que disparó las tres secciones de la Divina Comedia, aunque para el autor significó vivir continuamente en el Inferno. Lo malo es que podés ser —estadísticamente lo más probable es eso— alguien que ama y no ser el Dante. Suena tontuelo lo que digo, pero es rigurosamente cierto. Y trágico. Y millones de veces repetido.


33: ¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?

LB: La franca mañana, siempre: nunca se llevan tan bien un adjetivo y un sustantivo como en esa instancia.


34: ¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?

LB: Dylan Thomas, Jimmy Page, Joe Cocker y François Rabelais en un billar de La Boca, bien cutre. 
Salvador Dalí, Amedeo Modigliani, Pablo Picasso y Xul Solar en el Cementerio de Flores, al fondo de la calle Varela, cada uno provisto de pinceles y latas de Albalatex, a ver qué hacen.
Enrique Molina, Francisco Madariaga, Élida Manselli y Genoveva Benedit, en la que era mi casa de Palermo, otra vez, otra vez y otra vez, como cuando nos reuníamos en los ’90 a comer homéricos asados y por unas horas la vida era bella y nosotros eternos.


35: Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...

LB: La misma de siempre, con una señora huesuda que usa una capa negra con capucha echada sobre la brillante calavera: ella intenta por todos los medios darme el jaque mate y yo me las voy ingeniando, hasta ahora, para robarle otro peón y arruinarle la partida.

*

Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Luis Benítez y Rolando Revagliatti, octubre 2019.




Moridor & otros poemas: del desajuste o de una afectividad reencontrada. (Ediciones Cinosargo / Mantra, México, 2019) Por Tania Favela Bustillo

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«Moridor & otros poemas»: del desajuste o de una afectividad reencontrada.
(Ediciones Cinosargo / Mantra, México, 2019)

Por Tania Favela Bustillo





Las cosas se congelan como fragmentos
de aquello que fue subyugado; rescatar
eso significa amar las cosas.  
Theodor Adorno

[…] sin duda alguna, en las grandes
ciudades vive el ser amado.
En las grandes ciudades, por otra parte,
se está forjando la ruina del mundo […]
Jaime Saenz

Moridor & otros poemas (Ediciones Cinosargo / Mantra, México, 2019) nos propone pensar al poema como un campo de fuerzas en el que participan, de forma simultánea, distintos estratos: lo prehistórico y lo histórico; lo mítico y las fantasmagorías del capital; la deshumanización y la utopía; lo político, lo religioso y lo social. El espacio del poema es también el espacio de la ciudad (Lima): lugar en el que la construcción y la destrucción interactúan fracturando todo sujeto identitario, y mostrando así una identidad en proceso. La proliferación de interacciones dentro del poema permite que el poeta teja, mediante versos largos y flexibles, un ritmo que disloca al sentido, proponiendo una articulación distinta. El problema del lenguaje es entonces uno de los ejes de Moridor:¿desde dónde decir? Quizás en los siguientes versos hay claves para pensar esa pregunta: “No quiero ser hablador, pero todo puede ser movido”, y más adelante: “pero era un componente del habla lo que deseaba ser movido. / Era una oración con todas las reglas del juego / al principio incomprensibles, / luego claras con los dictados contra la corriente.” Al parecer, lo que debe ser alterado es el significado que yace en las palabras: la “ficción de un lenguaje” que dice desde el poder y la ley, y desde una educación confusa aprendida en las universidades. En vez de la división y el estancamiento (consecuencias de las injusticias sociopolíticas), Willy Gómez Migliaro hace de su escritura una “superficie de atracción” en la que las relaciones entre las palabras se cuestionan, critican y desmontan, para lograr una sintaxis nueva y con ella la resignificación de los vocablos.

Pero si nos movemos de la superficie a la raíz, pareciera que el problema que Gómez Migliaro plantea en Moridor & otros poemas va más allá del significado, es anterior o posterior a éste, de ahí el epígrafe de T.S. Eliot que abre el libro y que sugiere otras posibles lecturas, lo transcribo en español, aunque Gómez Migliaro lo introduce en inglés:

Tuvimos la experiencia pero no captamos el significado
Y el acercamiento al significado restaura la experiencia
En forma diferente, más allá de cualquier significado

Se trata entonces de “restaurar la experiencia”, la propia y la de las generaciones pasadas, se trata de pensar cuál es la relación entre los acontecimientos y las palabras, entre las cosas y las palabras, y cuál es, desde ahí, el trabajo del poeta. Lo sensorial se impone en Moridor antes que cualquier relato, y es quizás desde ahí que la experiencia puede ser rescatada y que lo “real” toma de nuevo su lugar. Pienso aquí en lo que el poeta español Miguel Casado escribe sobre la poesía de Rimbaud, lo cito: “…aunque es frecuente que los textos tengan un hilo narrativo, los datos físicos y las atmósferas operan como si se anticiparan  siempre al argumento, creándose una doble secuencia argumental, en la que se prefiere la huella de la historia en cada caso a los requisitos del tiempo narrativo […] la autentica historia no es lineal, sino la diseminada, la que vibra en el contraste de los tiempos y en las zonas intemporales”[1]. Y las palabras de Casado me llevan directamente a los poemas de Gómez Migliaro, en los que el relato se interrumpe y la narración se desdibuja, mientras los “datos físicos”  y “las atmósferas” se intensifican construyendo esa otra secuencia argumental (sin argumento), ese otro plano de sentido que es más un choque, una vibración, una textura lingüística, un impulso que construye, deconstruyendo, una sintaxis personal en la que la indeterminación y la ambigüedad se tocan con lo más concreto y lo más preciso: con los objetos y la cotidianeidad, con ese día a día: el puerto del Callao, el olor de la caña de azúcar y la coliflor saltada, los edificios, las avenidas, los microbuses, el pescado guisado, el pan, un par de latas de cerveza, cigarros, ensaladas y fruterías, una banda de músicos, una máquina de afeitar, láminas de santos, pero también armas, una empresa nuclear, fábricas, casquillos de balas, el color de la sangre inocente; dura confluencia de elementos disímiles que queda clara en los siguientes versos unidos precisamente por una conjunción adversativa: “pienso en un campo de abetos, / pero los capitales oscurecen la obra”, o más adelante: “Al otro lado las heladerías huelen a lúcuma. / Pero debajo del tumulto nuestra imagen / crea su verdor de espuma / ante la intoxicación y el mal gusto.” Y más allá de toda asociación o contraposición, quizás como una forma de esperanza: “el ave de salvación”, “Sicilia”, “los geranios”, palabras-símbolos o palabras-talismán, que generan en los poemas destellos de una afectividad reencontrada.

Tras el tratamiento lingüístico de las diversas realidades a las que apunta este poemario, lo que queda claro, como núcleos semánticos, es la crítica al poder que arrasa con mirada ciega todo lo vivo, y también la relación constante que existe entre lenguaje e ideología, y por ende la necesidad de cuestionarlo y desmontarlo todo. Y además, y quizás sobre todo, Moridor & otros poemas nos confronta con la complejidad de aquello que llamamos realidad. José Revueltas, el narrador mexicano, habla justamente del “lado moridor de la realidad” y la coincidencia, más allá de toda diferencia conceptual, me parece interesante. Quizás Gómez Migliaro nos da en sus poemas precisamente ese “lado moridor”, que según Revueltas es “el movimiento interno de la realidad, su dirección profunda”, “No ese torbellino que se nos muestra en su apariencia inmediata, donde todo parece tirar en mil direcciones a la vez”[2]. Se trataría para el poeta peruano de un proceso de construcción en el que el orden y el desorden conviven, en el que la selección y el azar se encuentran en el diseño de sus estructuras poéticas. El poema entonces pone en funcionamiento un proceso de autoorganización que le permite indagar lo que sucede y lo que sucedió desde una conciencia que pone en juego la propia interioridad; de ahí quizás la doble mención de Hamlet. Y al mismo tiempo, la escritura de Gómez Migliaro contiene siempre lo singular de su mirada, un punto de vista que imprime su huella en el tejido de lo colectivo[3]. Tal vez por ello el poeta escribe desde un yo y un nosotros a la vez: la primera persona en plural funciona, incluso, como un engranaje entre los tiempos:

Alguien explica y toca al paleolítico moderno.
Alguien nos toca.
Alguien tiene nuestro cuerpo.

El contraste de esos tiempos, lo “paleolítico moderno”, abre esas zonas intemporales de las que hablaba Miguel Casado. Estratos en los que ese “nosotros” y ese “yo” intentan alcanzar a un “tú” o un “ellos” generando una tensión en lo que pudiera ser la posibilidad de un diálogo siempre inconcluso. La comunicación queda quebrada, fracturada, se torna monólogo o flujo de conciencia, de ahí también el desfase en el fraseo del poema y la desviación del sentido.

Si como lo señala Mario Montalbetti: “el poeta es el que asume la resistencia del lenguaje verbal, como forma de pensar, de preguntarse cosas, de cuestionar el sistema, el poder, la autoridad”, Willy Gómez Migliaro se nos presenta en éste y sus subsiguientes poemarios como el gran resistente o el sobreviviente, palabras éstas que en cierta dimensión de la experiencia podrían plantearse como sinónimas.

En suma, la de Gómez Migliaro es una escritura a contracorriente, que se inserta (y a la vez cuestiona) en la tradición de Vallejo, Arguedas, Westphalen, Hinostroza, Cisneros y Guevara (pensando sólo en los peruanos), porque también están Eliot (como ya se vio) y Ashbery entreverado en las líneas de algunos poemas. Y además está Lezama Lima, ese enemigo rumor que impulsa desde abajo la materia poética, y en la conciencia del ritmo que propulsa sus versos, asoma, también, Rubén Darío. Desde esta tradición trazada, Willy Gómez Migliaro se alza como el moridor de una nueva estética: es el hombre tenaz, el Prometeo, que inmerso en lo cotidiano intenta recuperar la experiencia, y desde ésta rescatar la esperanza encerrada en esa caja de pandora que se ha vuelto una forma del canto. En el fondo lo que subyace en Moridor & otros poemas es el amor, el amor a la lengua, pero también a un tú con el que se entabla un diálogo amoroso en el anhelo de que la comunicación se restablezca. No es extraño entonces que hacia el final del libro, el dolor de la mariposa “Sheng Ming” (la vida) cruce las páginas.


* * *

NOTAS

[1] Miguel Casado, Un discurso republicano. Ensayos sobre poesía. Madrid: Libros de la resistencia, 2019, pg. 24.

[2] José Revueltas. Los muros de agua. Obras completas 1, “A propósito de Los muros de agua”. México: Ediciones Era, 1978.

[3] Idea tomada del poeta y crítico Miguel Casado, quien en varios ensayos señala la importancia de esa mirada singular que imprime su huella en lo colectivo.

Curauma, de Rafael Cuevas Bravo: La mirada pasmada por Carlos Henrickson

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Curauma, de Rafael Cuevas Bravo: La mirada pasmada.


La trastienda de un poema -tanto como el de cualquier acción sobre la realidad social o política- es casi siempre un acto de radical inseguridad. Los procedimientos -emprendidos como acciones voluntarias y conscientes- solo pueden ser posteriores al pasmo, al shock ante el lenguaje, que en este oficio se torna ejemplar si es que se quiere dar a la palabra un poder del cual carecen de por sí. El instalar la perspectiva del poema en ese instante de pasmo es una operación que, si bien requiere de una técnica muy precisa, obliga además a una intensa evocación del acto mismo de la percepción y una topografía afanosa del paso de esta hacia su expresión. Es una opción que se ha practicado escasamente en la literatura latinoamericana, pero que presenta una particular porfía en hacerse ver: en Chile, escrituras como las de Humberto Díaz-Casanueva, Ennio Moltedo o, más cerca en los años, las de Julieta Marchant o Jorge Polanco, muestran decididamente apuestas como estas, que por lo general se pierden en el “gran escenario”, no habituado a las sutilezas del artesano civil -el escenario ritualizado de la gran poesía chilena, que hace rato se viene cargando hasta la comedia bufa, no precisamente de buena vena y hasta con cierto olor a cabaret, impotente y hasta complaciente ante los hechos más feroces.
Una asombrosa muestra de la porfiada especie de conciencia escritural que destaco al principio aparece de manos de Rafael Cuevas Bravo (Viña del Mar, 1994): Curauma, libro publicado en la notable colección Postal Japonesa, de Editorial Aparte (afincada en Arica y dirigida por Rolando Martínez, que se instala desde este 2019, por cantidad de títulos y sus decisiones editoriales, ya como un referente imprescindible en el entorno de la creación poética chilena). Cuevas entrega en este, su primer libro, una poética de intensa profundidad reflexiva, que sabe decantarse a plena conciencia en textos que saben poner en primer plano lo inefable de una experiencia vital que se enraíza en una experiencia cotidiana que se sabe propia y determinada en toda su especificidad. El lugar se enuncia desde el título: Curauma, sector de Valparaíso aledaño a la carretera que lleva a la capital, signado por su desarrollo urbano intencionado desde el interés inmobiliario, habitacional, industrial y comercial. Como tal, se trata de una zona sin Historia, a no ser que se considere como tal la de su desarrollo inmobiliario -que daría para una archivística de carácter puramente cuantitativo-, o bien el cúmulo de las historias particulares de sus habitantes, cuya enorme mayoría es de reciente data. Si bien como espacio geográfico es un sector marcado por explotaciones mineras y por una cruenta batalla el año 1891, el eterno presente del desarrollo capitalista sentencia esos eventos a referencias que se desea en el registro especializado -de archivo- y no sobre el suelo o menos como memoria social. 
El hablante de Curauma, en este sentido, no puede dejar de reconocer su experiencia como una desgajada de proyecto histórico alguno. Este despojo da como rendimiento la afirmación de esa experiencia como única posible, forzando la perspectiva hacia una crítica radical de la percepción, y generando en consecuencia procedimientos que tienden a poner entre paréntesis tanto la dimensión geográfica como la temporal, en vías de una analítica perceptiva. El resultado es una visión segmentada del entorno perceptible, que a fuerza de la yuxtaposición y la secuencialidad de las imágenes genera un efecto “cubista” -en el que no se puede dejar de reconocer la huella de Ennio Moltedo, si bien en la escritura de este la experiencia despojada de proyecto histórico se asumía más bien desde el horizonte marítimo en la figura de límite.
La visión segmentada de Cuevas se expresa en un particular efecto de “titubeo”, que sabe reproducir el despliegue de la mirada, como ya se revela en el primer poema del libro, Multipropósitos:

Ojos una mañana
como toda repetición
de haber diversidad se ensaya
ser dirigidos hacia el día
por aquello que el día exige
un lugar entre la puerta recién abierta
y el temor confundido en las cosas
que tanto neblina y madrugada
tienden a humedecer (p. 7)

El despliegue de esta mirada no puede ser el montaje frío y disciplinado de elementos para forjar una síntesis precisa: Cuevas sabe enfatizar el extremo despojo de su visión a través de presentarla nublada e incierta, y así el recurso de presentar la humedad -la neblina, la presencia múltiple del agua, hasta la alusión a los ojos lagrimosos- alterna con el escenario crepuscular, y particularmente el matutino. Como una analogía del efecto de la humedad sobre el suelo, fuerza al lector a perseguir activamente las imágenes, que se revelan, tanto en su fluidez como en su superposición, desleídas, tal como el mismo narrador y la realidad humana misma parecen susceptibles de deshacerse bajo el poder del agua (cfr. A partir de Michiu Kaku, p. 13), una potencia que puede (re)establecer un mundo primordial:

Hace ojos la lluvia
no hace párpados y hace
cunas para los pirigüines
la avenida llena de pozas
y colas negras entre los pies
un lenguaje de chapoteos y
suspensión y distancias guardadas
para lo grande y lo brusco  (Marca de agua, p. 32) 

En consecuencia, al lector avisado se le hace inevitable evocar el hiato entre lo experimentado y lo expresable, instancia análoga a la de un despertar lento y difícil desde la soledad hacia la comunicación que se da, precisamente, a la hora del crepúsculo matutino:

Micro carretera abajo
más allá del ventanal los pinos
hechos parte y a partir del vértigo
una conversación con el mundo
desde la velocidad mira una cara
a ratos reflejada en la ventana
que se evapora cuando pone
el pie en la vereda  (A dos voces, p. 18)

Esta deriva discreta de la mirada se hace más marcada en el instante de la evocación, en que el especial ritmo de la secuencialidad muestra casi el desplazamiento físico del hablante al instante de mirar:

Era una plaza
con decenas de palos
vueltos espadas y niños
aferrados a esas espadas
había viento y había mástiles
y había algo así como un honor
que me empeñaba en defender
sordo por el zumbido de la madera
chupándome los dedos morados
pasé mi derrota mirando
el caparazón de cangrejo
que una gaviota dejó caer
entre los columpios  (Bandera blanca, p. 29).

O bien, en Forado de los tres perros:

Para llegar a tu casa
la Violeta es salvaje el Max es tranqui
el Palomo solo es el Palomo
basta una patada en el hocico
y el vapor regresa al invierno
una guirnalda de tantas veces
el enrejado te pilla la salida de cancha
tu sombra impresa en la pared
un rastrito de ti y un ladrido hacia ti
las garrapatas aprovechan la garuga
hundidas como semillas en el patio
el año pasado se pensó bodega
lo que hoy sigue húmedo y sin techo  (p. 8)

La experiencia vital se hace entonces mínima, marginal, y presta a desaparecer, sea por la lenta y visible acción de la humedad, o la amenaza del fuego, cuya dimensión imponente -luminosa, de eliminación “limpia”- solo puede presentarse como lejana y hasta ominosa (cfr. Escena con incendio bien al fondo, p. 34). El horizonte encendido por el fuego debe ser tan invisible como el horizonte de lo por venir en la posible lectura de los signos (cfr. Conversación oracular, p. 27), y el acto de percepción queda amarrado, encerrado en su momento presente, fuera de toda posible archivística, no tan solo por la ilegibilidad que reside en su marginal insignificancia (pronta, destinada a la desaparición), sino también por la que surge de su carácter desleído. En la Curauma de Cuevas, el problema mayor, apenas enunciado de manera obvia, es el de cómo leer el mundo desde un espacio en que una dimensión histórica ha dejado de tener presencia. Esta Curauma, condenada de antemano al ominoso siniestro de la desaparición, acaba siendo una imagen general del capitalismo tardío desde los ojos nublados del artista que reconoce con lucidez en su tentativa de representación un inevitable fracaso, asumiendo los límites de la experiencia literaria ante la historia social.    
Rafael Cuevas Bravo no ha escogido iniciar su trayectoria de autor con una poética fácil, y es en esto ejemplar de la presencia emergente de una nueva camada de autores jóvenes, que a nivel nacional ya están empezando a mostrar poéticas muy heterogéneas cuyo punto común, podría yo afirmar, es un decidido desafío a cualquier forma de facilismo e ingenuidad, tanto en el desde de los hablantes como en el para qué que determina el lugar del objeto literario en el “mercado” del arte -detalle mayor desde el momento en que este solo puede funcionar en una normalidad que ya tuvo en Chile su hora fatal. De espaldas a cualquier “mensajismo” básico (dictado por una estructura mecanicista de la percepción y de la representación literaria que cada vez se ha revelado más como reflejo de una porfiada sombra clientelista en nuestra historia reciente, una estructura de la impotencia que no pudo predecir ni ponerse a la altura de la emergencia social) y activos en la búsqueda de un nuevo horizonte para una destinación social real de la obra literaria, estos escritores ya tienen en Maraña. Panorama de poesía chilena joven (Ed. Alquimia, 2019, cuya selección pertenece precisamente al mismo Cuevas junto a Gaspar Peñaloza) un registro de obligada consulta para quien desee hallar nuevas esperanzas en el mar cada vez más revuelto de la producción literaria chilena -que pareciera cada vez más contaminado y depredado si es que uno se deja llevar mal-mirando líricamente desde lo alto de las cordilleras y entre sueños.        


Lyon, noviembre 2019.

Presentaciones de Cinosargo Ediciones en FIL Guadalajara 2019 (Amaranta Caballero Prado, Juan Carreño y traducciones de Alexis Figueroa)

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Presentaciones de Cinosargo Ediciones en FIL Guadalajara 2019 (Amaranta Caballero Prado, Juan Carreño y traducciones de Alexis Figueroa)


Rogelio Ramos Signes responde En cuestión: un cuestionario de Rolando Revagliatti

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Rogelio Ramos Signes responde “En cuestión: un cuestionario” de Rolando Revagliatti

“Soy de los que ignoran qué cosa es la inspiración”


Rogelio Ramos Signes nació el 14 de diciembre de 1949 en La Rioja, capital de la provincia homónima, República Argentina, habiendo transcurrido su infancia en San Juan, capital, también, de la provincia homónima, y su adolescencia en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Desde 1972 reside en San Miguel de Tucumán, capital de la provincia de Tucumán. Es miembro fundador de la Asociación Literaria “Dr. David Lagmanovich”. A partir de 1982 dirige la revista “A y C” (Arquitectura y Construcción). Obtuvo el Gran Premio Regional de Cuentos del Noroeste (2011), otorgado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. Ha sido incluido en más de cien antologías de poesía, narrativa y ensayos de diversos países (citamos “La ciencia ficción en la Argentina”, “Antología del cuento fantástico argentino contemporáneo”, “Sleepingfish”, “The global game”, “El verso libre”, “200 años de poesía argentina”, “Minificcionistas de ‘El Cuento’. Revista de Imaginación”, “Poesía de pensamiento”, “El Quijote de Tucumán”, “La vita in brevi”). Fue el compilador del volumen “Monoambientes. Microrrelatos del Noroeste Argentino” y co-compilador de “Ajenos al vecindario” y “Cuaderno Laprida”. En el nº 10 de la revista “Minotauro” fue difundida su nouvelle “Diario del tiempo en la nieve” (Segundo Premio CACYF, Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía, en 1984) y en el nº 13 de la revista “El Péndulo” su nouvelle “En los límites del aire, de Heraldo Cuevas” (Primer Premio “Más Allá” a la mejor novela publicada en Argentina en el bienio 1985-1986). Publicó el libro de cuentos “Las escamas del señor Crisolaras”, el de microrrelatos “Todo dicho que camina”, los de ensayo “Polvo de ladrillo”, “El ombligo de piedra” y “Un erizo en el andamio”, las novelas “En busca de los vestuarios” (Premio ALIJA, Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina, al mejor libro ilustrado, en 2005), “Por amor a Bulgaria” (Primer Premio en el Concurso de Novela Breve 2008 “Luis José de Tejeda”) y “La sobrina de Úrsula” y los poemarios “Soledad del mono en compañía”, “La casa de té” y “El décimo verso”.


1: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

RRS: Mi primer acto de creación fue antes de aprender a escribir, cambiándole la letra a las canciones que cantaban mis hermanas. Ellas (de ocho y diez años más que yo) se enfurecían. Una vez que aprendí a escribir coseché los primeros beneficios porque inventaba cuartetas obscenas para mis amigos, canjeándolas por aquellas manufacturas para las que yo era un negado: una buena honda, un autito fabricado con latas de sardinas, etc.


2: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

RRS: Con la lluvia y con las tormentas me llevo muy bien. Ambas me gustan, porque me despiertan la imaginación y me sumergen en un ambiente acorde con mis sentimientos: por lo general no me agradan los días de sol extremo.
Sin embargo mis recuerdos en relación con las lluvias son tristes y jamás pude escribir sobre ello. Pasé mi adolescencia en las afueras de Rosario, cerca del arroyo Saladillo, y sufrimos dos inundaciones. En la segunda, con más de un metro y medio de agua dentro de la casa, perdimos todo.
Con la sangre me llevo mal, me impresiona.
Detesto la velocidad. Me he acostumbrado a conducir con mis hijos pequeños sentados junto a mí, y siempre fui muy prudente. En síntesis: luego de cincuenta años conduciendo sólo choqué una vez, en un pueblo sanjuanino, porque la ruta estaba con arena y, a pesar de frenar con tiempo, el auto igual se deslizó hasta dar contra un camión. ¡Única experiencia de ese tipo! Eso sí, a mi vehículo lo chocaron varias veces.
¿Y cómo me llevo con las contrariedades? Creo que son un clásico dentro de mi vida cotidiana. Supongo que más o menos como en la vida de todos. Así que convivo pacíficamente con ellas, a sabiendas de que en algún momento me van a salir de improviso a ponerme palos en la rueda.


3: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?... 

RRS: Soy de los que ignoran qué cosa es la inspiración, y abogo permanentemente por el trabajo. Lo que otros llaman inspiración, si es que estamos refiriéndonos a nuestro oficio, es la actitud que tenemos los escritores frente a la vida como testigos de determinados acontecimientos. Cosas que a otros se les pasan por alto, porque no ven en ellas ni una pizca de fantasía, para nosotros es el germen de una historia o de un texto que vendrá. Andamos siempre con las antenas paradas. He ahí la diferencia, el terreno donde germina y da frutos eso a lo que llaman inspiración.


4: ¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?

RRS: Me atrae cómo manejan sus contratiempos los músicos populares que actúan en varios lugares diferentes en la misma noche, que sufren las mil y una en el camino, pero que suben al escenario con una sonrisa.
Me gustan las historias de los colegas que, al igual que yo, produjeron alguna obra casi sin darse cuenta, con piloto automático, y resultó que ¡es su mejor obra! para lectores desprevenidos.
Me gustan los artistas plásticos que tomaron imágenes de algún sueño sin saber que lo estaban haciendo.
Me gustan los descubrimientos casuales en lo que respecta a avances en la salud. Esas historias tienen mucho que ver con el realismo mágico de cierta literatura.


5: ¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?

RRS: Por lo general me agrada deconstruir los refranes y clichés de la lengua cotidiana, quitarle su componente metafórico a ciertas frases hasta dejar las palabras desnudas, a expensas del absurdo que genera la lógica en estado puro. De hecho mi libro de microrrelatos “Todo dicho que camina” es exactamente eso: situaciones lógicas y absurdas que cambian el sentido de frases hechas.
Ahora bien, en la charla cotidiana uno de mis clichés más usados es: “De algo hay que morir”, cuando una conversación entre amigos se convierte en un insoportable compendio de enfermedades. Es mi manera de cortar por lo sano. ¡Detesto hablar de esas cosas! También suelo usar, por oposición a mi edad, cuando ya sé que nunca haré tal o cual cosa: “Ya sabemos que tengo la vida por delante”. La mayoría lo toma como una frase de esperanza y buena onda. Muy pocos se animan a retrucar con alguna humorada afín. Pero siempre hay alguno que lo hace. ¡Esos son mis amigos más queridos!


6: ¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

RRS: Me sigue pasando con “El Quijote”, que estoy leyendo por cuarta vez.
La primera vez fue una fea experiencia. Hice una pésima lectura y por obligación en el colegio secundario.
La segunda fue por mi cuenta y por simple curiosidad. Debo haber tenido poco más de treinta años y recuerdo haberme reído muchísimo.
La tercera fue más o menos veinte años después. Me reí muy poco y tengo presente que lloré en muchas partes. Quizás tenía que ver con algún momento determinado de mi historia, o con el hecho de aceptar el fracaso de algunos principios que había mantenido durante toda mi vida. ¡La terrible funcionalidad del arte!
Esta cuarta lectura es más calma: tomo notas, comparo, busco términos en algún diccionario de palabras olvidadas, produzco otros textos a partir de lo que leo. En fin, sé que esta será mi lectura final.
Me sigue emocionando la poesía de mis “maestros a distancia”: Antonio Cisneros, Pedro Shimose, César Fernández Moreno, Gregory Corso, Ezra Pound, Antonio Machado, Alfredo Veiravé, los poetas del Siglo de Oro Español. Textos muy variados y de múltiples fuentes.
Me sucede lo mismo con algunas novelas, además del Quijote de Cervantes; “La muchacha de las bragas de oro” de Juan Marsé, “En la pendiente” de Markus Werner, “Zama” de Antonio Di Benedetto, “Martedina” de Giuseppe Bonaviri, “La señora Calibán” de Rachel Ingalls, “El último encuentro” de Sándor Márai, “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, “Todos los nombres” de José Saramago, “Lolita” de Vladimir Nabokov, “País de nieve”  de Yasunari Kawabata, varias novelas de Murakami, más todas las que estoy olvidando en este momento. Con “Lolita” me ocurre lo mismo que con “El Quijote”, requiere diferentes lecturas en diferentes edades, a veces con resultados totalmente opuestos.
Y cuentos: “Un día perfecto para el pez banana” de J. D. Salinger, “El perro que nunca existió y el anciano padre que tampoco” de Francisco Candel, “El evangelio según Marcos” de Jorge Luis Borges, “Antártida” de Claire Keagan, “Los destiladores de naranja” y “Tacuara mansión” de Horacio Quiroga, “El perjurio de la nieve” de Adolfo Bioy Casares, “Vecinos” de Raymond Carver, y algunos otros que ahora tampoco vienen a socorrerme.      
Y en cuanto a música, son incontables los discos que necesito escuchar por lo menos una vez al mes; pero no quisiera que esto se convirtiese en un listado de títulos y de autores.


7: ¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

RRS: Siempre hay algún fracaso, en cualquier terreno y no sólo en el de la literatura, que es mejor callar. Lo bueno es que se lo puede procesar, maquillar y envolver para regalo. En fin, disfrazarlo hasta convertirlo en confesión privada; escraches a uno mismo que seguirán siendo historias secretas de las que nadie encontrará la llave exacta, sino apenas una que otra ganzúa.


8: ¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?

RRS: Me produce incertidumbre. Mi amor por lo fantástico tiene mucho que ver con eso. A veces siento que la posteridad es un componente de la ficción, otras veces la siento como lo opuesto, como una realidad que llega a destiempo, que se ha convertido en una nueva metáfora de la tristeza. En el mejor de los casos la posteridad es pariente cercana del azar.


9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan? 

RRS: Me aplastan los caminos sin salida; no ver la luz al final del túnel; la falta de posibilidades en el país que, por ser el nuestro, amamos; el esfuerzo gastado en tareas inútiles dentro de una rueda de la que no podemos salir; nuestro destino hámster.
De todos modos necesito una vida tranquila, sin demasiados sobresaltos, para que mi imaginación pueda correr a campo traviesa durante la escritura; para que allí dentro se generen todas las tribulaciones y avatares, hasta convertirse en palabras más o menos bien ordenadas.


10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

RRS: Me gustan los estilos cuando funcionan como un perfume, que algunos pueden descubrir sin que sea algo demasiado visible. En cambio me molesta, y mucho, cuando es un cliché; por más que sea un cliché personal, inventado por ese autor.
Creo que la repetición es una manera anticipatoria de la muerte. Es horrible leer un texto inmerso en la obviedad.


11: ¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente? 

RRS: Me indigna (como a muchos, pero no a todos) la injusticia que, por lo general, produce el dinero. La falta de oportunidades en la que se mueve la gente de nuestro entorno, nosotros incluidos; ni hablar de quienes no tienen ni siquiera esas escasas perspectivas. No soy un tipo físicamente violento, pero puedo serlo mentalmente y desearle cosas horrendas a quienes se mueven con impunidad amparados en la injusticia reinante. Así como los milicos asesinos son un tema que para mí divide las aguas, sin posibilidades de reconciliación; siento que algo parecido, aunque no tan duro, me está pasando con quienes manejan el dinero de una manera mezquina y sin medida… Tal vez por eso también escribo poesía, para tratar de cortar de alguna manera el vacío discurso del poder.
Me hartan los ignorantes que, una vez descubiertos, se jactan de su ignorancia; también la gente sin opinión propia; los que no leen un libro o ven una película sin antes haber tenido acceso a una crítica previa; esa repetición (digamos, universitaria) donde tus trabajos sólo tienen valor si están sostenidos por un andamiaje bibliográfico.
Me harta también el coro de seguidores de gente mediocre. Los “me gusta” indiscriminados y los comentarios sin freno que a diario vemos en las redes sociales.
Muchas cosas me hartan; tantas que sería imposible cerrar la respuesta a esta pregunta.


12: ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?

RRS: La del niño lector, de clase media, que se hizo culturalmente como pudo, a los ponchazos. La del músico frustrado. La del tímido irrecuperable. La del inseguro que se inventó un personaje con el mismo nombre, la misma edad e idénticos rasgos personales.


13: ¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

RRS: Me hubiese gustado que existiera y haber conocido a la pulpera de Santa Lucía, que inmortalizó Héctor Pedro Blomberg. También hubiese deseado escuchar las arengas entre lógicas y desopilantes del licenciado Vidriera, de Cervantes. Haber asistido a la Casa de las Bellas Durmientes que imaginó Kawabata, habría estado muy bueno; conocer a Francisco de Quevedo, de quien se dice que a veces hablaba en perfecta rima, no en desprolijidad rapera, sino en inobjetables alejandrinos, con sus correspondientes hemistiquios y la acentuación exacta; intimar con las modelos del fotógrafo checo Jan Saudek hubiese sido todo un galardón; o haber tocado un instrumento en alguna pista de “Sgt. Pepper”.


14: El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

RRS: Todos esos puntos son protagonistas de mi novela “Por amor a Bulgaria”.
Eso, llevado al acontecer cotidiano es, en definitiva, una síntesis de la vida que vivimos; o al menos de la vida que yo vivo, si dejamos fuera la intemperancia.
No sabría cómo recomponer tremendo andamiaje cotidiano cuando siento que estamos obligados a correr sin freno en un bosque invadido por la niebla. ¿Quién se salva de llevarse un árbol por delante?


15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías? 

RRS: Varios, porque ellos son mi espejo y envidia. Voltaire, sin dudas; Sarmiento, también; Lichtenberg, eternamente; en lo literario, Conrado Nalé Roxlo, sobre todo sus textos costumbristas y mordaces firmados como Chamico; las anotaciones de Adolfo Bioy Casares que, de alguna manera, son la puesta en palabras del insustituible humor de Landrú.  


16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...

RRS: No aprecio (porque no sé o porque no tuve una educación clásica) la evaluación de la música con un sentido matemático, o como un hallazgo de la neurociencia. Escucho música todo el día, y he llegado a producirla intuitivamente, pero no dispongo de conocimiento para disfrutarla y/o desmenuzarla desde otras perspectivas.
Me gustan las imprecisiones del “arte encontrado”: la figura fugaz que nos entrega una nube, el microrrelato oculto que aprisiona algún párrafo de una novela, el humor involuntario que surge de hechos cotidianos.
En definitiva, me gusta y emociona lo parecido, pero no lo simétrico. Dos senos femeninos ligeramente diferentes podrían ser un buen ejemplo.


17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?

RRS: Aquello de “el hombre y sus circunstancias” puede contener el quid de estas valoraciones, a veces momentáneas, a veces injustificadas. No todo es igual en todo momento ni en todo lugar.
El hecho de no tener siempre una justificación para mis amores o mis fastidios no me entristece. Sí me entristece ser consciente del origen de mis rencores, que es punto tan distante del amor como del odio.


18: ¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?

RRS: No desde mi punto de vista; porque, así expresado, nos liberaría de responsabilidades a nosotros que somos los verdaderos culpables de que el mundo haya podido ser una porquería, o de que tal vez lo sea hoy, o de que quizás lo siga siendo en el futuro.


19: Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?

RRS: Jesucristo, Johannes Gutenberg, Miguel de Cervantes Saavedra, Voltaire, Domingo Faustino Sarmiento, Camille Saint-Saëns, Patrice Lumumba, Dolores Ibárruri, Albert Sabin, Ho Chi Minh, John Lennon, Amelia Earhart, Dmitri Hvorostovsky, Jorge Luis Borges, Fidel Castro y varios que se me escapan en este vuelo de pájaro, incluyendo igual a Marilyn Monroe que no entraría en el casillero de “entrega a una causa o proyecto”, supongo.





20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

RRS: El humor involuntario, sin duda. El que surge de situaciones absurdas, que no fueron pensadas como tales. Los avisos parroquiales, suelen ser un buen ejemplo en este sentido.


21: ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?

RRS: No sé si llego a entender correctamente la pregunta, pero creo que siempre estamos lejos del ideal, y eso es lo que nos lleva a porfiar una y mil veces por aquello en lo que creemos, si no nos bastaría con echarnos a dormir una siesta interminable e imaginarnos que eso es la vida.
En lo que hace a la literatura considero que es más o menos lo mismo. Suelo decir, y es verdad, que me gusta la página en blanco; entrar en ella sin preconceptos ni ideas. Tal vez ese sea mi mecanismo para luego sentirme medianamente satisfecho con el resultado de lo que escriba. Tenerlo todo planeado antes de ponerme a escribir me lleva indefectiblemente a la desazón: mi imaginación siempre será mayor que mi capacidad para ponerla en palabras.


22: El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

RRS: Con el amor, bien; siempre estuve enamorado, aunque no siempre los finales fueran felices.
Con la contemplación, bien; creo que esa es la previa de muchos textos que luego escribí.
Con el dinero, mal; como cualquier argentino de clase media que vive de su trabajo en un país dominado por políticos y empresarios insaciables.
Con la religión, bien; gracias a mi padre no tuve una educación religiosa; y aunque a veces siento que es una falta en mi vida, la he incluido en mis preocupaciones literarias (un saco inagotable a donde va a parar todo) y leo sobre diferentes religiones con cierto placer y respeto.
Con la política, mal; sufrí mucho en el último y más feroz golpe cívico militar del 76, perdiendo casi todo, y viendo en la actualidad que mis camaradas (compañeros, correligionarios, etc.) de entonces se reciclaron sin cargos de conciencia.


23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

RRS: Soy buen público para todo tipo de manifestación artística. Si hay algo que me molesta en ello no son las obras en sí, sino los presuntos entendidos y sus pavoneos que terminan convirtiendo todo en pastiche de frases huecas.
Algo que suele aburrirme es eso a lo que hoy llaman stand-up, pero que viene desde épocas inmemoriales con otro nombre o sin nombre alguno. Son por lo general refritos de cosas escuchadas hasta el hartazgo. 


24: ¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?...

RRS: Añoro el camino desde mi casa hasta la escuela, en la ciudad de San Juan, con todas las alternativas de su recorrido: casas de mi barrio, un gran descampado, una calle de tierra profusamente arbolada, una avenida peligrosa corriendo a la par de un canal de riego y finalmente la escuela.


25: ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción.

RRS: La ciudad, el pensamiento, la autenticidad, la visión, la lengua, el bosque, la danza, la ceremonia, las miniaturas, el azar, el desajuste, el sufrimiento, el sacrificio, la muerte.
Creo que en ese orden ya está el microrrelato para mí, que a la vez es el camino opuesto que añoro en la respuesta a la pregunta anterior.


26: “Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?...

RRS: En el tormento, en la enfermedad, en el hambre que no se modifican con el sana-sana de algunas frases bien pensadas, aunque la intención sea buena.


27: ¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

RRS: Sí puedo. Lo que más deseo, dentro de cualquier lenguaje artístico, es encontrarme con una obra que me sorprenda, que me conmueva, que de alguna manera dé en el centro de mi gusto y necesidad; eso es obvio. Si no se diese así, también soporto lo contrario: una obra que me incomode. Lo que verdaderamente me resulta inaguantable es una obra compuesta de obviedades… Si imagino lo que va a venir y es eso lo que viene, no me interesa.
Hay artistas ideológicamente opuestos a mí que si en su lenguaje no insisten con cuestiones panfletarias pueden llegar a interesarme.


28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?

RRS: Es algo que siempre me ha dolido, y mucho, pero como se trata de una actitud clásica en un gran número de las personas que conozco (incluidos algunos amigos cercanos), he tratado de pasar esa desazón a segundo plano, y ya no espero que se cumplan las promesas. Muchas veces, también, me pregunto si yo no habré caído en ese formato sin haberme dado cuenta; y, a pesar de que creo que no, cada vez hay más cosas que no podría asegurar.
Me tranquiliza, eso sí, saber que les doy a todos algo de mí; es decir, les doy mi tiempo. Lo malo es que cuando soy consciente de eso, noto la diferencia y la decepción a la que hacés referencia se hace presente.


29: No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?

RRS: Creo que eso ya está incluido parcialmente en una respuesta anterior, donde menciono a Jesucristo, Gutenberg, Lumumba, Sabin, Ho Chi Minh y Fidel. Pero esto podría completarse con varias personas que fui conociendo a lo largo de mi vida, gente cuyo nombre nada le diría a quienes lean esto; simples trabajadores que hicieron su tarea con eficiencia y respeto por los demás.
En áreas más banales, si es que esta respuesta puede desviarse hacia allí, admiro a algunos futbolistas de Independiente, el club de mis amores. Podría sintetizarlos en uno: Raúl Emilio Bernao. 


30: ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

RRS: Creo que ambas cosas, dependiendo de diferentes momentos de mi vida. Priorizando siempre el trabajo, como único medio de sustento para criar a mis hijos, pude poner mis pasiones en segundo plano y dedicarles las escasas horas que podía. Liberado parcialmente de esas obligaciones tengo mucho más tiempo para entregarle a mis pasiones, que son mías, que me pertenecen totalmente.


31: ¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?

RRS: Escucho mucha música, de toda y casi todo el día. En ese terreno hay muchos artistas que han sido alabados y que a mí no me conmueven en absoluto, pero siempre pensé que es una cuestión de gustos. Y me parece maravilloso que no todos gustemos de lo mismo, si no el mundo ya se habría acabado en medio de guerras interminables por tener lo que tiene el otro, o tal vez nos aburriríamos tanto por no poder escuchar otra campana que nos sentaríamos a esperar el fin.
En música de rock, sólo por dar algún ejemplo que complete la idea de esta pregunta, considero que la capacidad de Jimi Hendrix y de Eric Clapton está sobrevalorada. La pintura de Salvador Dalí no me sugiere demasiado. El premio Nobel de Literatura a Bob Dylan me parece una barbaridad. Si querían premiar a un músico popular que hace literatura con la letra de sus canciones, opino que Leonard Cohen lo merecía mucho más.
En nuestro terreno también se da por épocas. Las novelas de Sándor Márai me aburren tremendamente, salvo “El último encuentro”, ni hablar de las de Leonardo Padura. E históricamente, no termino de entender la devoción por Marcel Proust.


32: ¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?

RRS: El amor, al menos desde mi experiencia, casi siempre fue asimétrico, desnivelado, a destiempo; muchas veces, la añoranza del paraíso; otras veces, la imaginación de lo que podía ser y que raramente fue.
Eso no impide que haya fugaces chispas de simetría en el amor, que sería el paraíso añorado de la frase anterior.


33: ¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?

RRS: Depende para qué. Para descansar, la siesta. Para alucinar, la noche.


34: ¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?

RRS: Por rubros: Mozart y Charly García, Borges y Quevedo, El Bosco y Piet Mondrian.
Mezclados: Beethoven y Werner Herzog, San Juan de la Cruz y Marilyn Monroe, Estanislao del Campo y Leo Dan. 


35: Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...

RRS: Mi partida actual, o la de siempre, es la del peón eternamente enamorado de su reina, dispuesto a jugarse la vida ante un rey ocioso, a caballo o a pie, a riesgo de ser visto desde la torre por esos alcahuetes llamados alfiles, incapaces de ir de frente.

*

Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de San Miguel de Tucumán y Buenos Aires, distantes entre sí unos 1250 kilómetros, Rogelio Ramos Signes y Rolando Revagliatti, 7 de agosto de 2019.



Luis Benítez responde “En cuestión: un cuestionario” de Rolando Revagliatti

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“Me hubiera gustado ser un personaje secundario en alguna de las narraciones de Cesare Pavese”


Luis Benítez responde “En cuestión: un cuestionario” de Rolando Revagliatti


Luis Benítez nació el 10 de noviembre de 1956 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, capital de la Argentina. Es miembro de instituciones de su país, Estados Unidos, Grecia y la India, y ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poètes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Obtuvo, entre otros, el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, Uruguay, 1996), el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996), el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2008). De entre los ensayos, antologías, etc., a propósito de su obra citamos “Sobre las poesías de Luis Benítez”, de Carlos Elliff (1991), “Conversaciones con el poeta Luis Benítez”, de Alejandro Elissagaray y Pamela Nader (Tomo 1, 1995; Tomo 2, 1997), “Poemas reunidos” (antología en e-book, introducción, selección y notas de Elizabeth Auster, 2006), “La poesía es como el aroma. Poética de Luis Benítez”, de Camilo Fernández Cozman, “La novelística de Luis Benítez. Aproximaciones críticas a la historiografía, la mitología y la masculinidad patriarcal”, de Assen Kokalov (2015). Publicó a partir de 1980 los poemarios “Poemas de la tierra y la memoria”, “Mitologías / La balada de la mujer perdida”, “Behering y otros poemas”, “Guerras, epitafios y conversaciones”, “Fractal”, “El pasado y las vísperas”, “La yegua de la noche”, “El venenero y otros poemas”, “La tarde del elefante y otros poemas”, “Manhattan Song. Cinco poemas occidentales”, “La tierra permanece”, etc. Su libro “Amores patrios (las más conmovedoras historias de amor de la Argentina” fue editado en 2012. Publicó a partir de 1997 las novelas “Tango del mudo”, “El metro universal”, “Hijo de la oscuridad”, “Sombras nada más (una novela del peronismo mágico)”, “Madagascar” y “Los amantes de Asunción”. De su dramaturgia se socializó en 2006 la pieza “18 whiskies”, así como de su cuentística fueron dándose a conocer, por ejemplo, “Zapping” y “Las ciudades de la furia”. Algunos de sus libros de ensayo son los titulados “Juan L. Ortiz: el contra-Rimbaud”, “El horror en la narrativa de Alberto Jiménez Ure”, “Jorge Luis Borges: la tiniebla y la gloria”, “La novelística de Teódulo López Meléndez: escribir desde la fisura”, “Carl Jung: un chamán del siglo XX”, “Sigmund Freud. El descubrimiento del inconsciente”, “Erich Fromm. El amor, el psicoanálisis y el hombre”, “Digresiones”, “Historia de la poesía argentina”. 



1: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

LB: Un cuento, a los doce años, horrible, titulado “La rata verde”, con el que gané un concurso en el colegio. Afortunadamente no conservé ese texto.


2: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

LB: Me encantan la lluvia y las tormentas, en especial el olor del ozono y el de la tierra mojada. Ver sangre no me gusta, especialmente si es la mía. La velocidad me parece detestable, sobre todo porque les agrada a la mayoría de los tontos que conozco, y en cuanto a las contrariedades me revientan pero, viviendo en la Argentina, me tuve que acostumbrar a sobrellevarlas.


3: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?... 

LB: La inspiración es algo que hay que acostumbrarse a invocar a voluntad, para poder arrancar con el trabajo de escritura. En poesía cumple un papel fundamental, pero en narrativa la cosa es muy distinta: hay que disciplinarse uno mismo y también disciplinar a la inspiración, caso contrario no podés escribir una novela de 528 páginas.


4: ¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?

LB: De ninguno. Detesto que se ponga en primer plano lo que un tipo padeció, dijo, hizo o intentó, cuando lo que me interesa primordialmente es su obra. Sobre todo cuando la subrayada referencia alude a sus vicios y miserias, que parecen empaparse de grandeza solamente porque le corresponden a un genio. Siempre es más fácil imitar de algún grande las flaquezas que los méritos. Pero aunque Dylan Thomas era un borrachín, no cualquier borrachín puede ser Dylan Thomas.


5: ¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?

LB: “El buey solo bien se lame”, ese es mi favorito.


6: ¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

LB: “El Jardín de las Delicias”, de El Bosco, la primera vez que lo vi en el Museo del Prado. Yo estaba dando vueltas por la sala contigua y como quien no quiere la cosa, mi mujer me llamó desde la siguiente, sin decirme de qué se trataba. Fui hasta donde ella estaba y me lo señaló, sin agregar nada. Fue un shock ver las tres tablas allí, cubiertas de tanto universo. Y también, en Roma, las ruinas del palacio de Augusto, rojas sobre el Monte Palatino. Y el Palacio de Cnosos, en Creta, con sus 4.500 años de antigüedad, pimpante y absoluto a un costado de la ruta. Y Micenas, en Grecia continental, con la “tumba de Agamenón” (donde nunca fue sepultado Agamenón) junto a la Puerta de los Leones. Todo lo que desde niño leí sobre estos sitios y esa pintura, vinieron a mi mente en esos sendos momentos y cada vez que los recuerdo, como ahora cuando escribo sobre ellos, me sacude algo maravilloso, no hecho de palabras sino de sensaciones poderosas.


7: ¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

LB: Papelones protagonicé mil, como todo el mundo, pero algo gracioso y que todavía me causa mucha risa fue lo que me sucedió en 1979, yendo por una calle del centro de Buenos Aires. Años antes yo había escrito un folleto sobre trabajo manual para un sello editorial muy importante en aquel entonces, bien conocido porque, además, era tacaño y demorón para pagarle a los escritores. Iba distraído yo por ahí, cuando una mujer madura me llama y me vuelvo hacia ella y no la reconozco. Era la jefa de la colección donde esa editorial me había publicado el fascículo, en mi caso puntualmente pagado. La señora, tras darse a conocer, me pregunta si me habían pagado entonces aquel trabajo. Yo francamente ni me acordaba de él, conque le dije que no. Inmediatamente me citó en la sede de la empresa, para al día siguiente abonarme lo correspondiente. Antes de acudir a la cita recordé que sí me lo habían pagado, pero de todas maneras fui y muy seguro de que me sacarían de allí a patadas. Eso no sucedió y así fue que me pagaron dos veces. Con ese dinero y algo más que había ahorrado, pude editar mi primer poemario, que como la mayoría de los autores, tuve que financiar de mi bolsillo… y gracias a la mala contabilidad de aquellos sujetos.


8: ¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?

LB: La seguridad de que yo no estaré allí para ver de qué fue la cosa con mis obras. Eso también puede ser una suerte para uno, bien mirado el asunto.


9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?

LB: La rutina es imprescindible para un autor. Ayuda a ordenar el mundo y ubicar en él ese lapso destinado sola, exclusivamente a la escritura. Si no existiera esa rutina —y debe de existir cada día— sería imposible escribir obras de largo aliento. En cuanto a la rutina que sí me aplasta, es la que tiene que ver con gente que hace siempre lo mismo, dice cosas similares, piensa de modo invariablemente parecido, y que, por causas de fuerza mayor, debemos tolerar a nuestro lado. Eso me agobia y me resulta absolutamente insoportable.


10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

LB: El estilo debe ser cambiante y plástico, o se corre el peligro cierto de la autofagia. La perfección a repetición —como en Borges y tantos otros— es un defecto. Hay que hacerse de un estilo y luego cambiarlo y luego a ese segundo transformarlo en otro y así siempre. Te quedás muy contento con un modo de escribir y estás ya muerto. A lo sumo serás lo suficientemente aburrido como para que te den el Premio Nobel.


11: ¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente? 


LB: Me indignan y me ponen violento casi todas las noticias que leo en los medios de comunicación, porque describen un mundo signado por la hipocresía, el interés sectorial, la mala fe y la falta más absoluta de compasión. Me hartan de inmediato los pedantes, una fauna que abunda por todas partes, cuando tan evidentemente se transparenta en ellos la pequeñez y la estupidez más concretas y groseras. Me indigna el abuso de poder, precisamente porque sé que el poder no corrompe, simplemente delata.


12: ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?

LB: La de un niño feliz, en los años sesenta, subido a un burrito en La Falda, Córdoba. Dichoso meramente por estar subido a un burro en La Falda, sin mayores necesidades que seguir allí, sobre el lomo de aquel animalito.


13: ¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

LB: Me hubiese gustado estar en una borrachería de Madrid, en el siglo XVII, donde cada tarde se reunían a molestarse mutuamente, pelearse y tomarse el pelo Miguel de Cervantes Saavedra, don Luis de Góngora y Argote, Lope de Vega y Francisco de Quevedo. Se querían tanto que casi no se podían ver. En cuanto a la segunda posibilidad, me hubiera gustado ser un personaje secundario en alguna de las narraciones de Cesare Pavese, por ejemplo, “La casa en la colina”.


14: El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

LB: Son elementos sustanciales en muchas de mis obras, tanto en narrativa como en poesía, pues expresan al hombre y el hombre es el protagonista de cuanto escribimos. Es en los textos donde intentamos sentar sobre ellos —y muchos otros elementos más— algún criterio, darles una orientación, adivinarles un sentido. Eso solo sucede en la ficción, que invariablemente obedece a la premisa de ser un universo ordenado, así su temática sea el caos. En lo que llamamos “la realidad” todo sucede de modo diferente, sin criterio, orientación o sentido, simplemente sucede y, por lo general, no conduce a ninguna parte, no tiene ninguna necesidad de ello. En la ficción sí, obligadamente.


15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías? 

LB: Al Erasmo de Rotterdam que escribió sobre la montura de su caballo el “Elogio de la locura” y terminó de revisarlo en la casa de su amigo, Tomás Moro. En una semana dejó para siempre escrito uno de los textos más actuales… redactado en 1515.


16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...

LB: Las reseñas literarias escritas por conveniencia, a sueldo de un avisador, abundantes en adjetivos vacíos, lobbistas, y aquellas donde al que escribe solo le interesa “lucirse” como un marmota, en vez de introducirnos en la obra de un tercero, que es lo que de veras queremos conocer. Prefiero las imprecisiones del hombre común, que no sabe que es parte de una especie que puede muy bien ser definida como “el animal que narra”, porque todo el tiempo estamos contando algo, a los demás o a nosotros mismos. Y quien no sabe que está narrando lo hace de un modo exquisito, pleno de alusiones y elusiones que ignora que está empleando, pero que si le prestamos la adecuada atención a lo que dice, se tornan evidentes e inmejorables.


17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?

LB: La contradicción casi permanente es una de las características que nos define como humanos. Eso generalmente me perturba, en ocasiones me entristece y siempre me asombra. No lo resuelvo nunca.


18: ¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?

LB: Sí, lamentablemente sí. Creo que es una consecuencia de nuestra misma condición de humanos. Somos un experimento fallido de la naturaleza y la hemos suplantado por un ámbito artificial, imposibilitados como estamos de volver al natural. Lo que hemos construido en torno de nosotros, para habitarlo, fue hecho “a nuestra imagen y semejanza”: es cruel, hostil e irracional, como el mono agresivo e inescrupuloso que no admitimos que somos en realidad. Mas como todo experimento fallido, albergamos en nosotros mismos la fuente de nuestra propia destrucción. El “mundo” que creamos desaparecerá con nosotros y a pesar del destrozo que hagamos, la Tierra a lo sumo demorará cinco mil años en restaurarse, como ya sucedió antes con extinciones masivas y sucesivas que tuvieron lugar. Alguna vez desapareció el 95% de la vida en el planeta y allí sigue estando todo él, esperando a que desaparezcamos de una buena vez.


19: Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?

LB: Nelson Mandela. Veintisiete años recluido por sus verdugos en una mezquina habitación de pocos metros cuadrados de superficie, privado de acceso a cualquier tipo de información acerca de lo que sucedía fuera de esas cerradas paredes. De esa celda que hubiese enloquecido a cualquiera salió para dirigir los destinos de su país, demostrando que el cuerdo era él.


20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

LB: La imbecilidad, el lado idiota que todos tenemos, como lo especifica Paul Tabori en su libro “Historia de la estupidez humana”, lectura memorable. Tabori muestra y demuestra en ese volumen no solo que la bobería existió en toda época y cualquier lugar, sino que también, como ajustadamente afirma este autor rumano, es invencible. Recuerdo lo que dice de una plaga medieval, una oruga que se estaba comiendo todas las vides de Francia: la urgente medida fue excomulgarla y luego pasada al juzgado civil. Desde ese fuero se mandó apresar a una de las orugas para colocarla en el banquillo de los acusados; se le asignó un defensor letrado pero el discurso del fiscal del reino pudo más y el insecto fue condenado a la pena capital. El hacha del verdugo lo partió en dos, en solemne acto ante el rey, los obispos y el pueblo vociferante. Ese año las orugas devoraron cuanto quedaba de las vides y cientos de miles de personas murieron de hambre.


21: ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?

LB: Con una dosis adecuada de resignación, entendiendo dos cosas: que en la mayoría de las cuestiones uno no tiene arte ni parte en el rumbo de lo que finalmente sucede, lo que está en manos de terceros y sin que medien en absoluto las actitudes ni las aptitudes de uno. En segundo lugar, sabiendo que la perfección es una muy ambiciosa unidad de medida griega, apenas un punto de comparación y no una meta, por lo inalcanzable que resulta ser. Entonces, ¿a qué apesadumbrarnos si terminamos a varios kilómetros de lo que nos proponíamos ser o hacer?


22: El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

LB: Como pude en cada etapa de mi vida, a veces bien, a veces mal, generalmente terminando en tablas la partida. En el amor solamente ya en la edad madura tuve la fortuna de alcanzar la felicidad conyugal de la que ahora disfruto. La contemplación siempre fue adecuada para “detener el mundo” y mirarlo cara a cara, para intentar nuevamente comprenderlo: siendo parte de todo lo que da vueltas en el lavarropas es imposible entender cómo funciona el aparato. El dinero es cosa utilísima si nosotros lo utilizamos a él y no él a nosotros, pero conseguirlo sale caro, por lo que es más inteligente racionalizar la búsqueda y limitarse a bregar exclusivamente por la cantidad necesaria. Más allá de ella, quien toma las riendas no somos nosotros y eso es bien peligroso y hasta mortal. Se vende el alma por dinero —los ejemplos nos rodean— y a los cincuenta o sesenta añitos un buen infarto de miocardio viene a coronar una vida de traiciones, zancadillas, mentiras y simulaciones. Llegamos antes, detrás del bendito dinero, al destino que nos espera a todos, héroes y villanos, justos e injustos, réprobos y santos: nos convertimos en 15 ó 20 kilos de osobuco tirados en una fosa repleta de gusanos. En cuanto a la religión y sus alrededores menos reputados, yo respeto por método todas las creencias, inclusive las supersticiones más estúpidas, porque a fin de cuentas es un rasgo más de lo humano y porque la razón, tan primitivos somos, apenas tiene unos trescientos años de historia, tal como la conocemos ahora. El resto del tiempo estuvieron siempre, la mayoría de las personas, en manos del pensamiento mágico, con los resultados que ya conocemos. Y no por eso la suposición de la existencia de lo sobrenatural dejó de existir, sino que aprendió a convivir con la razón formando un cóctel desconcertante. Hay estudiantes de lógica que van a un examen llevando en el bolsillo una pata de conejo y científicos hincados frente a un pedazo de yeso pintado. Así de contradictorios somos. Respecto a la política… soy francamente escéptico en cuanto a que la humanidad alguna vez pueda organizarse de un modo más justo, equilibrado e inteligente. Tuvo muchas oportunidades, desde la polis griega, la república romana y otras intentonas fallidas. Todas fracasaron y no hubo revolución que no terminara en una monarquía plebeya, lo que permite deducir que el apetito de poder y supremacía de unos cuantos termina por someter a cualquier principio que esos mismos individuos digan albergar en favor del resto de la humanidad. A lo sumo, lo que se puede lograr en el actual estado de evolución de nuestra especie es un sistema que permita llevar una vida sin excesivas estrecheces y eso, como objetivo extremadamente máximo.


23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

LB: El término “artístico”, tan tergiversado por la cultura de masas, ha terminado por albergar, para el consenso, también a las formas que implican lo paraartístico, aquello que clásicamente ubicábamos bajo la definición de kitsch: lo que está colocado en el lugar del arte sin ser el arte. Así, en nuestro tiempo, aberraciones como la paraliteratura, eso que llaman “teatro comercial”, la pseudopintura y la pseudoescultura (llevadas adelante para ganar dinero en base a un mecanismo de marketing que sobrevalúa esas supuestas “obras” en función de generar prestigio para quien posee la chequera suficiente para adquirirlas); toda esa enorme pila de basura y sus beneficiarios, intermediarios, ejecutores y burócratas me resultan insufribles y desde luego, extremadamente peligrosos para el pensamiento y la sensibilidad contemporáneos. Quien colabora directa o indirectamente con esta labilidad de los valores humanos y el sentido no es tan inocente como se excusa, diciendo —por ejemplo— que “lo mío es entretener”. Ese agente de la premeditada inducción a la idiotez a lo que aspira —objetivo que no pocas veces logra— es a ser reconocido como “literato” o “artista”. La literatura cabal hace evolucionar, amplía los horizontes de nuestra consciencia y el conocimiento de nosotros mismos; en cambio, la paraliteratura nos lleva a involucionar, a aceptar paulatinamente estrechas y convencionales nociones de la realidad, que además tienen por misión domesticar la imaginación, narcotizar el despliegue posible de la inteligencia, retrasar y adormecer las capacidades latentes de la consciencia. Eso es lo que me resulta insufrible, no el arte cabal en cualquiera de sus formas. 


24: ¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?...

LB: No siento nostalgia por ningún sitio transitado por mí en esos períodos etáreos y, en general, la nostalgia no es un estado de ánimo que yo albergue. La nostalgia es el onanismo de la memoria.


25: ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción.

LB: El desajuste de la visión es el bosque y su ceremonia y el pensamiento la autenticidad, cuando el azar de la muerte se traduce en la danza de la ciudad, la lengua del sufrimiento y el sacrificio, con todas sus miniaturas. Lo anterior parece un “cadáver exquisito” jugado en solitario.


26: “Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?...

LB: En el impreciso límite que les impone su reducida capacidad de expresión. Lo inexpresable, lo inefable, lo que llamaríamos “lo real real” está más allá de las fronteras que alcanza el lenguaje. La poesía es capaz, en sus logros más acertados, de aludir a lo que está más allá del poder de las palabras, aunque, paradójicamente, esté hecha enteramente de palabras.


27: ¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

LB: Siempre disfruté, por suerte, también de las obras de señoras y señores cuyas afinidades electivas estaban definitivamente a un año luz de las mías, aunque conservando la consciencia de que en muchos casos sus autores eran unos reverendos hijos de puta. Para ello, hay que romper definitivamente con el cuento romántico de que la autora, el autor de una obra memorable, por ser tales resultan lo más excelso en todas sus facetas de lo humano. No es así, nunca lo fue y seguramente nunca lo será. Una cosa es la obra y otra su creadora o su creador. Un campo no impregna necesariamente al otro.


28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple sino que jamás alude a la promesa?

LB: Como una demostración más de lo primitivo y bajo que albergamos como parte constitutiva de nosotros mismos, mal que nos pese. Por supuesto que esta comprensión del asunto no quita que jamás vaya a perdonar u olvidar tamaña bajeza y siempre la tenga presente, como es mi estilo en las relaciones personales.


29: No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?

LB: A las mujeres y los hombres comunes, los soldados rasos de la humanidad, que viven en un mundo que no tiene piedad por nadie, que no intenta ni por asomo comprender a nadie, que no respeta la existencia ni las necesidades más básicas de nadie, y siguen esforzándose por seguir con vida, ignorando generalmente el grado de heroísmo que eso implica.


30: ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

LB: Es fundamental tener bajo control al animalete que somos, o dejaríamos detrás de nosotros un sendero cubierto de cadáveres. Es algo que se aprende, una capacidad adquirida. Ante una afrenta de cualquier tipo, el primer impulso es masacrar al atrevido, pero allí está la cultura y también levanta la mano la experiencia, que nos enseñaron que eso no debe hacerse. De todas maneras siempre sentimos la falta de aquellos tiempos bravos en que se podía rajar a un tipo de un hachazo, desde la coronilla hasta el ombligo, una satisfacción inmediata, el privilegio de una época donde era desconocida la úlcera gástrica y la ingesta cotidiana de batracios. En cuanto a los entusiasmos, me encantan, así duren muy poco. La raíz griega del término es por demás maravillosa: significa “el dios en mí”.


31: ¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?

LB: Ningún artista genuino es alabado lo suficiente.


32: ¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?

LB: La gran Luisa es de una precisión quirúrgica en sus textos. El amor, efectivamente, es desigual, y por ello existen, perduran y desarrollan tranquilamente sus respectivas patologías el sujeto que ama y el que es amado. Pero, en el amor pasión —la forma más prestigiosa— ello no es obstáculo alguno, sino incluso todo un mérito. ¡En latín “pasión” —passio— significa sufrimiento, y encima viene del griego pathos! Tomemos a Dante Alighieri, por ejemplo: vio solamente nueve veces a Beatrice, quien tal vez observada por otros ojos que los del divino hijo de Firenze era objetivamente una abombada. Ella nunca le dirigió siquiera la palabra y Dante se vengó del destino de amar y no ser amado escribiendo para siempre la Divina Comedia. ¿Qué hubiese pasado si la cosa se hubiera resuelto de manera distinta, si la Bea le hubiese dado bolilla al narigón talentoso, hubiesen establecido una rotisería o un maxiquiosco a las orillas del río Arno y criado unos veinte hijos? Fue la asimetría del amor la que disparó las tres secciones de la Divina Comedia, aunque para el autor significó vivir continuamente en el Inferno. Lo malo es que podés ser —estadísticamente lo más probable es eso— alguien que ama y no ser el Dante. Suena tontuelo lo que digo, pero es rigurosamente cierto. Y trágico. Y millones de veces repetido.


33: ¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?

LB: La franca mañana, siempre: nunca se llevan tan bien un adjetivo y un sustantivo como en esa instancia.


34: ¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?

LB: Dylan Thomas, Jimmy Page, Joe Cocker y François Rabelais en un billar de La Boca, bien cutre. 
Salvador Dalí, Amedeo Modigliani, Pablo Picasso y Xul Solar en el Cementerio de Flores, al fondo de la calle Varela, cada uno provisto de pinceles y latas de Albalatex, a ver qué hacen.
Enrique Molina, Francisco Madariaga, Élida Manselli y Genoveva Benedit, en la que era mi casa de Palermo, otra vez, otra vez y otra vez, como cuando nos reuníamos en los ’90 a comer homéricos asados y por unas horas la vida era bella y nosotros eternos.


35: Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...

LB: La misma de siempre, con una señora huesuda que usa una capa negra con capucha echada sobre la brillante calavera: ella intenta por todos los medios darme el jaque mate y yo me las voy ingeniando, hasta ahora, para robarle otro peón y arruinarle la partida.

*

Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Luis Benítez y Rolando Revagliatti, octubre 2019.




Reseña a El cuerpo es devil de Cayo Caectus por Manuel de J. Jiménez

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A primera vista, se podría pensar que El cuerpo es devil de Cayo Cactus es un libro que narra una épica del reggaetón; nada de eso. Si el autor se preocupa de la historia y la cultura del género, es para poner el acento en la sílaba: lo rubicundo de unas rimas previamente reconocidas y la carnalidad del sonido que se va acompasando a lo largo de los poemas.
Mientras la antipoesía se preocupa por el decir popular y los gestos verbales, Cayo se ocupa del movimiento, es decir, el perreo sudoroso que cae entre las palabras: aquello que se logra con las notas de una melodía. Ese sonido caribeño a veces se empalma con el ritmo del poema, pero nunca se olvida de la cadencia. La actio no sólo con lenguaje corporal y tonos, sino con baile pegado. Un libro que es común a toda Latinoamérica y, más allá, a los cuerpos que se encuentran de repente sexualizados; traspasados por distintos códigos (sacramental, lírico y normativo, etc.) y que paradójicamente son liberados por un dispositivo festivo, que pone una pausa a cualquier status. Este libro, sin duda, es un remanso, una lectura que se disfruta como cualquier fiesta.

Manuel de J. Jiménez
18 de diciembre 2019 – Santiago de Chile

Documentales: Entrevistas a escritores argentinos

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Documentales: Entrevistas a escritores argentinos


Tomo I, Ediciones Richeliú, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, noviembre de 2019, 379 pp., ed. electrónica de 8,42 Mb, acceso gratuito.

En fecha reciente Ediciones Richeliú, de Buenos Aires, ha publicado el primer tomo de la serie Documentales: Entrevistas a escritores argentinos (379 pp,edición electrónica de 8,42 Mb, con acceso libre y gratuito: http://www.revagliatti.com/richeliu-ediciones.htm). El volumen, que contó con el afinado diseño integral y la esmerada diagramación de Patricia L. Boero, consiste en una recopilación de reportajes realizados mediante el correo electrónico por el poeta, dramaturgo, narrador y periodista cultural argentino Rolando Revagliatti (1945*) a una treintena de autoras y autores de la misma nacionalidad, cuyo amplio arco de edades abarca desde creadores nacidos en las primeras décadas del siglo pasado hasta 1979, en el caso de la poeta Griselda García. Publicadas entre mayo de 2013 y diciembre de 2014  en un dilatado número de medios digitales, así como en periódicos y revistas de formato físico -tanto en América como en Europa-, las entrevistas realizadas por Revagliatti permiten acceder al mejor conocimiento de las vidas, obras y opiniones de estos destacados poetas, narradores y dramaturgos argentinos, conformando un muy completo panorama de la producción local.
Un aspecto fundamental y destacable de la selección realizada por Revagliatti es que no ha pesado en el criterio de elección de los entrevistados el repetido hasta el cansancio canon oficial de las letras argentinas, en cuya conformación influyen invariablemente criterios de conveniencia editorial, propagandística y de otra índole, marcadamente extraliterarios; antes bien, en el entrevistador ha primado el interés que pudiesen suscitar las opiniones muy autorizadas en cada campo de los reporteados, así como el valor reconocible de sus obras y lo destacable de sus trayectorias. De tal manera, este primer tomo de la que auguramos será una serie imprescindible para el lector interesado en conocer los aspectos más profundos y valederos de las letras argentinas contemporáneas, se perfila como el anticipo de un anaquel donde la genuina creación literaria del país tendrá su espacio muy destacado. Asimismo, es relevante el aspecto de la difusión generosa que tanto han cuidado sus editores y el reportero, pues   Documentales: Entrevistas a escritores argentinos es de acceso libre y gratuito y resulta posible adentrarse en sus interesantes y muy ilustrativas páginas mediante el link que antes hemos señalado.
En resumen, se trata de una obra -ya, desde su tomo inicial- que puede y debe concentrar el interés tanto del estudioso de nivel académico como de aquellos colegas y lectores que buscan conocer más y mejor qué piensan, cómo viven, sienten y crean los autores argentinos contemporáneos.
Incluye esta primera entrega a los siguientes: Simón Esain (1945), Ricardo Rubio (1951), Griselda García (1979), Susana Szwarc (1952), César Cantoni (1951), Wenceslao Maldonado (1940-2016), María Pugliese (1957), Marcela Predieri (1960), Manuel Ruano (1943), Gerardo Lewin (1955), Eugenia Cabral (1954), Marcelo Juan Valenti (1966), Graciela Perosio (1950), Hugo A. Patuto (1961), Marcos Silber (1934), Silvia Guiard (1957), Flavio Crescenzi (1973), Francisco A. Chiroleu (1950), Eduardo Romano (1938), Rafael Alberto Vásquez (1930), Norma Etcheverry (1963), Gabriel Impaglione (1958), María Rosa Maldonado (1944), Alberto Luis Ponzo (1916-2018), Alberto Boco (1949), Osvaldo Ballina (1942), Paulina Vinderman (1944), María Teresa Andruetto (1954), Alejandra Pultrone (1964) y Lisandro González (1973).

Luis Benítez

Poemario de Luis Benítez editado en Estados Unidos

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 Poemario de Luis Benítez editado en Estados Unidos


Katakana Editores (#katakanaeditores), sello con sede en Miami, Estados Unidos, en junio pasado ha colocado en librerías y a través de Amazon el título “The afternoon of the elephant and other poems” (https://www.amazon.es/AFTERNOON-ELEPHANT-OTHER-POEMS-poetry/dp/1734185023), colección poética del argentino Luis Benítez (*). El volumen, cuyo título original en español es “La tarde del elefante y otros poemas”, fue traducido al inglés por Beatriz Allocati, con supervisión general del poeta estadounidense George Franklin (**). Es la primera edición en lengua inglesa de la obra, precedida por la venezolana, de 2006; la mexicana, de 2008; la italiana, de 2012, y la argentina, de 2014. En la contracubierta del poemario señala Franklin: “¡Qué suerte tenemos de poseer este volumen de poemas en inglés de Luis Benítez! Una figura importante en la literatura contemporánea en español, Benítez no solo crea poemas; él piensa en poesía. Los poemas de The Afternoon of the Elephant son una forma de reflexionar sobre el mundo físico y social al mismo tiempo que hacen que ese mundo sea real al tomar en cuenta animales, océanos, amigos y amantes, el tigre dientes de sable, la garza, el salmón, el trucha, la mofeta, incluso el elefante fugitivo que interrumpe nuestras conversaciones mundanas y come fruta de la mesa del café. The Afternoon of the Elephant destruye lo habitual y nos pide que consideremos la forma en que el pensamiento enriquece la experiencia y restaura nuestra conciencia de la amplitud del mundo fuera de nosotros. Benítez es una voz en estas páginas, una razón apasionada que rechaza la mezquindad que recorre nuestra vida cotidiana, que celebra lo que se pasa por alto”.



(*)Luis Benítez (Buenos Aires, 1956) ha recibido diversos reconocimientos internacionales por su obra literaria. Sus 36 libros de poesía, ensayo y narrativa han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay.

(**)George Franklin es autor de dos libros de poesía: “Traveling for No Good Reason” y “Among the Ruins”. Magister en Escritura Creativa de la Universidad de Columbia, Nueva York; Doctor en Inglés y Literatura Norteamericana de la Universidad de Brandeis, Massachusetts, y Doctor en Derecho de la Universidad de Miami.


Caterina Scicchitano, el Chaco Mecánico, cantar para resistir la automatización por Ludwig Saavedra

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Caterina Scicchitano, el Chaco Mecánico, cantar para resistir la automatización

 

 

Lo primero que percibimos al acercarnos al libro de poesía Chaco Mecánico es que alguien está cantando entre los ceros y unos y el metal. Y que está cantando fuerte, y a veces, susurra. A pesar de la ternura, la voz que construye estas canciones, es objetiva como un cuchillo.

Arriesgada

sigilosa

delicada ninja (poema I), se presenta la poética y la voz que ama en medio de los ceros y unos y el metal. Escribo esto mientras escucho Daft Punk y me imagino que bailamos como en un sueño verde como campos de arroz de Vietnam.

Por objetividad de cuchillo quiero decir que se aprecia  una búsqueda de expresión depurada, que por momentos es de una crudeza palpable. Esta expresión  también lleva al uso de la elipsis notablemente en muchos poemas, y también a una metaforización que deriva en un lenguaje preciso, cortante, pero lleno de imágenes, emociones e intuición.  Poética de “Cortar por lo sano”(poema XXIV).

El territorio es el Chaco y es la memoria: El cassette que has eliminado ha rebobinado tu memoria, dice la poeta, memoria que se remonta a antecedentes familiares, la guerra, la migración, para volver al presente como en una zozobra cubriendo de una belleza nostálgica la reflexión de la existencia y los cambios de la ciudad en el tiempo.

Esta  voz canta oponiendo dos realidades: una mecánica y la otra orgánica. La primera simboliza la maquinaria misma capitalista y la tecnología en su versión más futurista, casi apocalíptica por destellos; mientras que la segunda  es, no solo el espacio natural que aun sobrevive a la mecanización, la industrialización y la maquinación, sino también el territorio del propio cuerpo como espacio político de resistencia, como base de los afectos, las emociones, las sensaciones que son el tesoro particular a los que la voz poética recurre.

 El drone como surge como un símbolo en el poema XVIII, símbolo de la violencia normalizada, infiltrándose en espacios cotidianos , una violencia ejercida por la máquina y la industria que es el Capitalismo actual, que genera vidas depresivas, carentes de sentido. Y la voz poética parece decirnos que esta violencia no tiene género es ejercida sobre todos:

sus extremidades son cuatro alas sin alma y un ojo

por donde ven el territorio árido y una criatura sucia corriendo

al momento de disparar el drone no tiene género”

Los bancos, el sistema bancario y el dinero, como en el poema XX (Es el dinero en los bancos y es ese miedo a Dios), se constituyen como otra forma de simbolizar la mecanización de la naturaleza, el hombre maquinizado, que puede matar sin remordimiento  y que es el hombre por igual para el progreso y la guerra:

El hombre es un ensamblaje de extremidades para la guerra

El hombre es una maquinaria sin sentimientos

El hombre mata y aniquila.

(poema II)

Esta automatización que aqueja  a los congéneres también lo hace tornándolos robots (vivir una “vida automática”) pues de lo contrario los sujetos no valen para el sistema, la maquinaria, lo cual es tomado con fresca ironía por la poeta:

no tenés trabajo

aprisiona el sistema nervioso

 

ok

vale

lo haré

cobrare valor

(poema IX)

 Otra forma de esta metalización o mecanización es el machismo. Esto último es importante pues este alguien que canta en el Chaco Mecánico se asume sujeto femenino que padece en un contexto desfavorable marcado de experiencias de machismo, siendo el poema XXV el que expone sugerentemente el tema, pero apareciendo en varios otros textos como en los poemas V,  VIII,  XIII, XIV, XV, XXX entre otros. 

A ello quizá se deba la razón de ese spleen o tedio o desencantamiento  ( Todos los días el mismo sol, poema XVI) que otorga una distancia en lo que observa a ese alguien que canta, una objetividad del desencantamiento.  Pero también es la razón de la apuesta por una  libertad de índole más personal, orgánica, pues se da a través del cuerpo, el sexo, los sentidos, los afectos:

Soy mi propio perro y soy mi dueño

Me lo doy me lo quito y lo prohíbo

Con la misma vara que juego

me pego

me masturbo

dibujo un corazon en el barro de la vereda  

(poema XXXV)

Insistimos que en el Chaco Mecánico alguien canta. Canta pues el lenguaje se estructura de manera sonora y con preponderancia rítmica. Esto sumado a la metaforización extrema de algunos textos otorgan un lenguaje especial, por momentos hermético, que es su mayor virtud ya que no deja de aportar una textura interesante que oscila entre ríspida y suave, pero  quizá también en algo su defecto. Es notable el uso de la elipsis en algunos poemas, como hemos apuntado.

La musicalidad se suma a la ternura para cantar como flor en medio del cemento. Se recurre a la ternura de la madre: La conexión es umbilical a la hipotenusa de la membrana maternal (poema XXI) , ternura terrible, primera y última:

El hombre no tiene nada adentro suyo

más que su propia madre.

Por eso cuando le disparan en Vietnam

sostiene su intestino delgado

lo mira, recuerda cosas

(poema II)

Pero también está la ternura de los amantes, o sencillamente las escenas de lo cotidiano, de la amistad.

Otra dimensión de la ternura que quisiera señalar es la importancia de la ternura del juego. Lo lúdico recorre el poemario: lo lúdico en el sexo,  lo lúdico en el hacer mismo de la poesía (poemas IV  o X, por ejemplo). Y también,  cuando se puede asumir lúdicamente la tristeza. Jugar con ella en tardes solitarias, pues la voz poética presente en Chaco Mecánico establece una distancia respecto a los objetos de su reflexión, una tipo de soledad. Y así canta.

En el peor de los casos triunfara la máquina y los sentimientos serán algo que será legendario en la información de los ciborgs de tercera generación del poema XXII, que se sorprenderán al enterarse que existieron emociones y sentimientos en una época primitiva de la humanidad. Pero mientras eso ocurre queda cantar. Escribir poemas raramente musicales, tiernos y filudos. Resistir a la máquina:

 Neocentrismo ambiguo lineal histérico económico

borracho de jarra de aluminio por cultivar bacteria aérea

ESTOY OBSERVÁNDOTE cazando data y tribus que

nos encharcaron de sangre y huye la tierra árida al revés

se pierde hueso se pierde hueso en el polvo de la pantalla

enchufada y se olvida la vista de la naturaleza

El olor es calmo y digital.

(poema XXXVII)

O:

en el cielo artificial la guerra por y encima de nosotros has

pisado la comunicación

con el mundo eléctrico de nosotros mismos multiplicados

los avances van rápido y las flores ya no son lo que

parecen retrocede acaracolado el humo del mundo

(poema XXXVI)

 

y maravillosamente, al final  del poema XI:

 

a dónde vas a ir a parar ahora bajo la luz de luna de la tercera guerra mundial?

qué estarás pensando ahora al terminar de sentir esto?

 

La pregunta fundamental de este viaje es la del poema VI:

Qué hay que hacer

 cómo se tiene que hacer

qué hay que ser

qué se tiene que hacer

para seguir siendo

para que quieran que sigas siendo lo que te gusta ser

que a vos te guste pero no moleste el encastre

y la forma ser

Y la respuesta y refugio que se encuentra es desde el sistema nerviosa, desde la embriola:  escritura musical, juego y ternura del amor, el propio cuerpo como territorio libre y cede de los afectos y emotividad, lo orgánico frente a la Máquina.

 

Ludwig Saavedra, Lima, 2020.



Poemas de Rubén Balseiro

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ENTRE EL TIC Y EL TAC

 

Entre el tic y el tac                      del reloj,

hay  un silencio.

En el podrían caber todos los gritos,

en el podrían caber todas las penas,

todas las suplicas y todos los reproches.

 

Entre el tic y el tac                      del reloj,

podrías matar a un hombre,

reconstruir un gesto ya olvidado,

abrazar a un amigo

para decir aquello que jamás has dicho.

 

Entre el tic y el tac                      del reloj,

podrían suceder todas las cosas,

menos el tiempo,

el tiempo sólo ocurre en el tic o en el tac.

 

Entre el tic y el tac                       del reloj,

tuviste una esperanza,

pero no lo recuerdas.

 

*

DETRÁS DE LA VENTANA

 

Detrás de la ventana está la tarde.

Es extraña esta frase,

porque la tarde inunda los rincones,

se acomoda en silencio en los espejos,

se esconde en mis almohadas

y me susurra cosas al oído.

Pero yo creo que está ahí,

detrás del vidrio,

allí anida su esplendor de tarde,

allí las claridades se van desvaneciendo

para anunciar el sueño de los pájaros.

Allí se van cerrando lentamente

los parpados del día.

La tarde,

que desde la ventana me contempla,

que desde la penumbra de mi cuarto,

yo contemplo,

se acurrucó en el cuenco de tu mano

aquella vez, recuerdas,

cuando la abriste para decir adiós,

y la tarde voló.

Detrás de la ventana ya no hay pájaros,

un sueño de penumbra se atesora,

anochecen mis ojos tras el vidrio.

 

*

LA TORRE DE BABEL

 

Es mentira la muerte de Nemrod,

la torre de Babel se sigue construyendo,

no ya con piedra y pico

pero siempre con látigo y esclavo

Y no importa si Dios

intentó confundirnos,

el esfuerzo de Dios

es acaso un absurdo

manotazo de ahogado.

La palabra pasión se cambió por dinero,

ilusión es igual a decir imposible

y nos falta tan poco para llegar al cielo.

Dicen que un niño llora en un umbral,

pero estamos tan alto que no podemos verlo.

Dicen que mueren otros en la guerra,

que se tortura a los enemigos

acusándolos de ser torturadores.

El esfuerzo de Dios acaso no fue absurdo,

transformó nuestro cielo en un infierno.

 

*

EL GATO

 

Absorto el gato mira

el fatal remolino del desagüe.

¿Qué espiral de misterio encierra ante sus ojos

esa fuga infinita?

Lo miro y no comprendo.

Más tarde la rutina demorará mis pasos

y el espejo inclemente devolverá tristezas.

Me miro y no comprendo.

 

¿Qué camino unirá los dos abismos?

Mi mirada perdida en el espejo,

su mirada perdida en el desagüe.

¿Se unirán en un punto final del universo?

 

¿Habrá un arcano oscuro

que un día un dios dormido

devele al despertar?

 



RUBEN BALSEIRO

 

Nacido en Avellaneda, Pcia. de Bs. As. República Argentina en 1955. Ha colaborado en numerosas publicaciones, periódicos y revistas del país y del exterior. Figura en varias antologías, entre ellas: “Poetas Argentinos Contemporáneos” Tomo III Ed. Eleusis (selección de Nina Turlher); “70 poetas argentinos de Hoy” Ed. Plus Ultra (Selección de Antonio Aliberti); “Poesía Argentina Contemporánea” Vol. XIII (Fundación Argentina para la Poesía).

Obra publicada: “De Lugares y Olvidos” Ed. Último Reino, 1989; “Los desiertos más íntimos” Ed. Último Reino, 1998; “Cántaros quebrados” Ed. Argos, 2005; “Despojos” Ed. Vinciguerra, 2007; “En la tierra de nadie” (ensayo) Ed. Vinciguerra, 2008;  “Sueños de Ícaro” Ed. Namastei, 2011; “Como los pájaros” Ed. La Luna Que, 2015; “Poemas” Ed. Vinciguerra, 2016; Roberto Juarroz “La intersección de dos mundos” (Ensayo) Ed. La Luna Que 2018; “Cuando cae la noche” Ed. Botella al Mar, Uruguay, 2018; “Comunicación, palabra y poder” (ensayo) Enigma editores, 2019; “Roberto Juarroz, los límites de la palabra” (ensayo) Colección Los Maestros, Fundación argentina para la Poesía, 2020.

Entre otros premios: Faja de honor de la ADEA por “De Lugares y Olvidos”/ Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores 2008 por “Despojos”/ Puma de Plata de la Fundación Argentina para la poesía/ Primer premio (edición) de las 7 colinas por “Sueños de Ícaro”/ Primer Premio (Edición) Arturo Cuadrado – Botella al mar Uruguay por “Cuando cae la noche”



Poemas de Romina Funes

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Poema del libro: Un modelo vivo, Nueva Generación, 2010.


 

LA GALLINA 


   


Sentado en el banco


estabiliza


 


yo administro mi reserva 


le digo cosas menores


que acaso ya sepa


 


él sabe


acaso ya lo sabe


su tierra está en mi casa


las varillas del día 


el balde repleto 


la callecita en desnivel


 


los estúpidos no 


fatigosos con sus ampollas 


atrapan una y la cortan al medio 


 


después corren


quitan del medio sus caras


no ven


 


no ven           que ahora           por ejemplo


mi hombre se deshace adecuadamente de mí


me apoya posible y fuera de su alcance


deja corrido el borde


ceniza en la remera


me sopla cal


 


¿tendrá todavía? ¿vendrá?


(ya casi termina)


 


los estúpidos no 


el hombre


mi hombre 


sentado en el banco 


me arranca 


me rompe


un tajo


un corte


me sopla cal


 


sentado en el banco


mi hombre sentado


mi


el hombre


marca


sola     sola                 me deja


se deshace 


me rompe


me besa


me besan


todos me besan


 


los estúpidos también


 


dale más


fijate que


parece cómo


 


los estúpidos no


basta         me besan          basta


los estúpidos  no


 


sentado en el banco


mi hombre mira


advierte que así 


tendida sobre la tabla


rota


 


pero no me recuerda


 


dale       dale más


(ya casi terminan)


 


tabla


sangre


 


los estúpidos también


basta         basta


mi hombre también


 


no recuerda


su tierra en mi casa


no recuerda


 


tabla 


sangre


me sopla cal


 


terminan


ahora sí terminan


mi hombre       los estúpidos     se van


 


quedan restos


pelo 


uñas


 


y sobre la tabla una gallina seca.


 


 


 


 


Poema del libro: Todo el paisaje a la sombra, Lamás Médula, 2015.


 


 


Tal vez así funcione la mañana


acercarme


mostrarte las rodillas


la piedra en el mentón


 


es tanto el azul del que no hablamos


 


subyace como el páramo


como las hojas en el costado


 


me ves


nos vemos


caer     


desviar


encontrarnos en las formas pequeñas


 


pobladores      decías


necesitamos pobladores


gente que venga y propague


 


¿a cuánto se venden los pedazos?


¿quién rectifica?


¿cuál es el porcentaje de absorción?


 


tal vez así funcione


 


con su esponja entre los metales


la silueta limpia de algún vendedor


la pregunta sobre la hora        el pronóstico


la decisión de llevar o no el paraguas a las reuniones


 


es tanto el azul del que no hablamos


tal vez así


 


mi mano abierta en tu abismo.


 



 


Poema del libro: Todo el paisaje a la sombra, Lamás Médula, 2015.


 


 


 


Una hoja de menta


silba el nombre que nos contiene


 


dentro del cubo negro     


la hoja      sorda todavía de piel       crece


 


somos la mitad de la visión       te digo


mientras palidecen y mueren


alrededor de la maceta


aquellos que no pudieron con nosotros


 


muerdo tus labios


y muerdo la hoja


 


debajo brilla      excesiva e inmune       la raíz.


 


 




Romina Funes (1981, Gral. San Martín, provincia de Buenos Aires, Argentina). Poeta y promotora cultural. Organiza y conduce el ciclo “Letras & Música” (poesía, cuentos y música en vivo) desde 2010 de forma autogestiva. Publicó Un modelo vivo (Editorial Nueva Generación, 2012), Todo el paisaje a la sombra (Editorial Lamás Médula, 2015) y Diez Noches en el Cuadrado (Editorial El jardín de las delicias - 2015). Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués y rumano y publicada en revistas culturales del país y del exterior. Participó en varias antologías y festivales internacionales de poesía en Argentina, Canadá, México, Francia y Cuba. 










Poemas de Luis Benítez

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La tarde del elefante

A mi amigo, el poeta Nicholas Stix, 
en donde sea que esté.

¿recuerdas, nick, la tarde del elefante?
tú estabas abrumado por el enésimo rechazo
que esa mujer casada madre ya de cuatro hijos
te había propinado por teléfono
lo único que te daba desde hacía 
entonces once años 
al menos 
cuando era soltera te lo decía en la cara 
y estabas irritado de veras enojado 
porque llegué una hora tarde
y te dejé solo en la enorme nueva york
por otra hora más entregado a ti mismo
ni mi taxi ni mis disculpas calmaron
tu rabia anglosajona
decias sólo se está solo en las grandes ciudades
¿te acuerdas, nickie, de la tarde del elefante?
muchas lluvias y nieves y pisadas
de zapatos italianos y de zapatos deportivos
pasaron por esa esquina del village
pero ella no ha olvidado todavía la tarde del elefante
tú me sermoneabas en tu álgido inglés
sin darte cuenta de que yo también estaba derrumbado

y entonces esa enorme sombra

hablabas del tedio de las ciudades
del aburrimiento amarillo que se pone
al oeste del puente de tu brooklin
y de las mujeres jóvenes que cruzan solas
y en ómnibus los laberintos sedosos de central park
rumbo a esos cuartos donde la calefacción les falla

y entonces esas pisadas majestuosas

hablabas de que no te habían incluido en esa antología
y decías que el marido de ella era calvo
seseoso y que dibujaba historietas
el tonto de los cómics repetías
el tonto de los tebeos repetías
mientras la gente
siempre está alerta la gente
dejaba corriendo la acera
tumbaba las sillas
y olvidaba a los niños en su loca carrera
decías que la rutina es una vieja ciega
que mendiga monedas por bond street y por harlem
y que cada persona la recibe en su casa

entonces ese gordo la mole 
se quedó parado cerca de nuestra mesa
en la esquina desierta mientras el cajero
temblando llamaba a la policía

cinco mil kilogramos de pacífica selva
aplastando el asfalto una inmensa epifanía gris
de cuatro metros de alto y esa trompa curiosa
con un dedo en la punta
que probaba las frutas de las mesas caídas
y revoleaba jugando los manteles manchados

aplastó en su huida de algún circo o del zoo
a esa vieja mendiga que a la gente oprimida
acongoja en su casa
nos miraba sin miedo como todas las cosas
que sonriendo repiten soy amigo del hombre



The afternoon of the elephant

To my friend, poet Nicholas Stix,
wherever he is.

do you remember, nick, the afternoon of the elephant?
you were overwhelmed by the endless rejection
that married woman a mother of four children
had dealt you over the telephone
the only thing she was giving you for
eleven years then
at least
when she was single she said it to your face
and you were irritated really angry
because I had arrived one hour later
and left you alone in huge new york
one more hour to yourself
neither my taxi nor my apologies soothed
your anglo-saxon rage
you said one is alone only in big cities
do you remember, nickie, the afternoon of the elephant?
many rains and snows and footsteps
of italian shoes and sport shoes
passed by that corner in the village
but it hasn’t yet forgotten the afternoon of the elephant
you lectured me in your icy english
without realizing that I was also wrecked

and then that huge shadow

you spoke of the tediousness of cities
of the yellow weariness that sets
to the west of your brooklyn bridge
and of the young women crossing alone
and in buses the silky mazes of central park
heading for those rooms where heating fails them

and then those majestic footsteps

you went on saying they had not included you
in that anthology
and said that her husband was bald
lisping and he designed comics
the fool of comics you repeated
the fool of children magazines you repeated
while people
always alert people
ran off the sidewalks
knocked chairs down
and forgot the children in their mad race
you said routine is an old blind lady
begging for coins along bond street and harlem
and that everyone allows her into their houses

then that fat one the bulk
stayed put near our table
in the deserted corner while the cashier
trembling called the police

five thousand kilograms of peaceful forest
crushing the asphalt an immense gray epiphany
four meters high and that funny trunk
with a finger at the end
that tasted fruit from the fallen tables
and hurled the stained tablecloths in amusement

crushed during its escape from some circus or zoo
it crashed
that old lady beggar who saddens
the oppressed people at home
would look fearlessly at us like all things that
smilingly repeat I am man’s friend




Nacimiento del tango

La luna vertical que se lleva el alba
y que vio surgir y enajenar a tantas cosas,
el mar que se condensa en el Río de la Plata,
la calle que olvidaste nombrar cuando después,
a la música, agregaste las palabras,
te oyeron salir de la nada quizás en una flauta
que se detuvo asombrada, tal vez
en la melodía distraída de alguno.
¿De qué susurro y latido, de qué silbido sin rumbo,
de qué cadencia de pasos por qué calles apagadas
nació el tango, de qué silencio de hombres solos?
El negro bozal y el criollo amargo
que despedían su tiempo
y los rubios pobres que bajaron de los barcos
y el campo en la ciudad, con la ternura
y el dolor y la noche y el espanto
fueron tu cuna y tus primeros pasos.
Alguien oyó el destino de unos acordes
perdidos en los rumbos de otras armonías
y los reunió convertidos en la primera milonga.
Ella acunó, madonna maleva, en sus brazos
tu lágrima más joven, tango.



Birth of the tango

The vertical moon that takes dawn away
and that saw so many things arise and captivate,
the sea condensing in the River Plate,
the street you forgot to name when later,
you added words to the music,
heard you coming out of the blue maybe in a flute
that stopped in amazement, perhaps
in somebody’s absent-minded melody.
Of what whisper and beat, of what whistling
without direction,
of what cadence of steps along what spent streets
was tango born, of what silence of lonely men?
The black muzzle and the bitter Creole
that said good-bye to their time
and the poor fair-haired people getting off the ships
and the country in town, with the tenderness
and pain and night and awe
were your cradle and your first steps.
Someone heard the destination of a few chords
lost in the paths of other harmonies
and gathered them turned into the first milonga.
It lulled, wicked madonna, in its arms
your youngest tear, tango.
Born of woman, just like men.



Una garza en Buenos Aires

Algún pincel trazó una rápida letra S
delgada y blanca
sobre el agua castaña y allí estaba
de improviso la garza,
los turistas no la vieron
y ella sí vio todo y a todos, rápida
e inmóvil sobre el milagro del agua.
Un espejo en medio de la ciudad
negligente, pintado de transparente,
un ojal abierto que abrochó en un solo momento
toda la ropa vestida por el invierno.
Ella seguía en la orilla fatal de su propio Amazonas,
la pata desdeñosa replegada contra el cuerpo,
en un decir mi equilibrio está hecho
de una perenne silueta
y de una manera perenne que no los reconoce.
Era un arpón paciente atento sólo al cálculo
entre el berrido juguetón de los patos domésticos,
solamente ella precisa como una diminuta guadaña
en el Jardín Japonés que afable exponía sus gracias,
con esa serenidad oriental que nada sabe
de los bruscos asesinatos de una garza con hambre.
Todos se fueron pero de modo igual yo no vi nada:
faltó un segundo entre las cosas, creí;
un instante en el instante siguiente 
fue  sanguinariamente salteado,
pero cuando la garza voló
otra vida que la suya en el estanque faltaba.



A heron in Buenos Aires

Some brush drew a swift letter S
thin and white
on the chestnut-color water and
suddenly there was the heron,
tourists did not see her
and she did see everything and everyone, swift
and motionless on the miracle of water.
A mirror in the middle of the negligent
city, transparence-painted,
an open buttonhole that clasped instantly all the clothes
dressed by winter.
She stayed still at the fatal bank of her own Amazon,
the disdainful leg folded against her body,
as if to say my balance is made
of a lasting silhouette
and in a lasting way not recognizing at all.
She was a patient harpoon minding only the reckoning 
amidst the playful bellowing of domestic ducks,
only she as precise as a minute scythe
in the pleasant Japanese Garden that showed her graces,
with that oriental peacefulness that knows nothing
about the rough murders of a famished heron.
They all went away but anyway I saw nothing:
a second was missed between things, I believed;
an instant in the following instant
was bloodily skipped,
but when the heron flew
another life but hers was missing in the pond. 




LUIS BENÍTEZ

El poeta, narrador y ensayista Luis Benítez nació en Buenos Aires en 1956, donde reside. Miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, (EE.UU.), de la World Poetry Society (EE.UU.); de World Poets (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (La India), de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la República Argentina (SEA). Ha recibido el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2007). Sus 36 libros han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. Último poemario publicado: “The afternoon of the elephant and other poems” (traducción de B. Allocati / George Franklin, Katakana Editores, Miami, EE.UU., 2020), volumen al que corresponden los presentes trabajos.




Conferir forma verbal al impulso que lleva a escribir: Entrevista a Rafael Felipe Oteriño por Rolando Revagliatti

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 “Conferir forma verbal al impulso que lleva a escribir”

Rafael Felipe Oteriño responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti   

Rafael Felipe Oteriño nació el 13 de mayo de 1945 en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, República Argentina, y reside desde 1971 en otra ciudad bonaerense: Mar del Plata. Es Abogado por la Universidad Nacional de La Plata, habiendo, además, realizado estudios de Letras en la Facultad de Humanidades de dicha universidad. Ha sido profesor titular de Derecho Civil III y de Derecho Privado en la Universidad Nacional de Mar del Plata, y Profesor Emérito de Contratos en la Universidad FASTA. Ejerció la magistratura en los cargos de Juez de 1ª Instancia en lo Civil y Comercial y de Juez de Cámara Civil y Comercial, en el Departamento Judicial Mar del Plata. Entre otros, en el género poesía ha recibido los premios del Fondo Nacional de las Artes (1966), “Pondal Ríos” de la Fundación Odol (1979), Primer Premio de Poesía de la Secretaría de Cultura de la Nación (1985-1988), “Konex” de Poesía (1989-1993), “Consagración” de la legislatura bonaerense (1996), Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (2019). Es Miembro de número y Secretario General de la Academia Argentina de Letras y Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Con Carmen Iriondo ha traducido del inglés una antología de la poesía del poeta polaco Czeslaw Milosz, que fue publicada en la revista “Hablar de Poesía”. Codirige la colección Época de ensayos sobre poesía de Ediciones del Dock, en la que ha publicado “Una conversación infinita” (2016) y tiene en prensa otro libro de ensayos titulado “Continuidad de la poesía”. La Editorial Vinciguerra publicó su ensayo “Del hablar en figuras” (2016). Su poesía se encuentra reunida en “Antología poética” (FNA, 1997), “Cármenes” (Vinciguerra, 2003), “En la mesa desnuda” (Ediciones al Margen, 2008), “Eolo y otros poemas” (Editorial Brujas) y “Poemas escondidos y un epílogo” (Lágrimas de Circe). Poemarios publicados entre 1966 y 2019: “Altas lluvias”, “Campo visual”, “Rara materia”, “El príncipe de la fiesta”, “El invierno lúcido”, “La colina”, “Lengua madre”, “El orden de las olas”, “Ágora”, “Todas las mañanas”, “Viento extranjero”, “Y el mundo está ahí”.

1: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

RFO: Debo retrotraerme a mis doce o quince años, en La Plata, a un día violento de otoño en el que las hojas de los plátanos volaban y se arremolinaban en la vereda con el anuncio de una tormenta inminente. Ahí me cayeron unas primeras líneas que bosquejaban la idea de un mundo sustraído de su orden, arrebatado por el torbellino del viento y seguido en mí de algo interior parecido a un reclamo de piedad. No hago esfuerzos por recordar esos versos (más bien, hago el esfuerzo de olvidarlos), ya que dicho primer intento no era más que una expresión subjetiva y no la pieza literaria y susceptible de compartir que constituye un poema.

2: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

RFO: Con la lluvia y las tormentas tengo un sentimiento dual: por un lado, me encantan, en cuanto a voluptuosidad, energía e ímpetu; por otro, me sobrecogen porque, mientras duran, me dan la impresión de que han venido para quedarse. Tal vez se filtra en esto último el recuerdo de la vieja casa de mi infancia, de techos altísimos y azoteas embaldosadas, en la que con cada tormenta no faltaba la gotera insidiosa quebrando, como un intruso, la vida doméstica. 

Las otras propuestas son variadas. Vayamos de a una. Con la sangre no discuto, ni aun metafóricamente; está ahí, como un río vital y yo me limito a dejar que siga cumpliendo su tarea. La velocidad no me seduce si no es como condición para que las cosas anheladas ocurran más pronto. Y a las contrariedades las tomo como parte de la vida: una tarea a afrontar.  

3: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?... 

RFO: Por su larga tradición literaria, la palabra inspiración tiene un lugar ganado que no voy a controvertir. Podría sustituirla por las expresiones “precipitado psíquico”, “tropel de palabras”, “don”, “dádiva”, “estado de inocencia”, que marcan, de igual manera, la libertad imaginativa y el afán constructivo que son antesala del acto creador. Lo que tengo claro es que sin ese disparador la escritura de poesía demora su inicio. Pero tampoco apuesto todas mis fichas a su aparición inconsciente. Creo que la obra de creación es fruto de un don y una tarea; que el poeta es “tocado” por la poesía y que es, asimismo, un artesano de la lengua. Lo que se expresa de manera bastante adecuada diciendo que la obra “nace” y “se hace”. Y arriesgaría que este último factor es insustituible, pues durante el “quehacer” el autor calibra la potencia del material recibido en bruto, examina la originalidad de sus contenidos, se impone una estrategia y una dirección, basado en su experiencia en cuanto a los límites del lenguaje y a sus propios límites. 

4: ¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?

RFO: Me gustan los libros de memorias y los diarios de escritores, en cuyas páginas podría rastrear “avatares”, pero lo cierto es que me detengo más en las obras que en el anecdotario sobre sus vidas. Incluso, te diría que cuando sus aventuras y/o peripecias se sobreponen a la obra y tienden a reemplazarla, el autor deja de interesarme en relación directamente proporcional al hecho. Pienso, por caso, en la vida de H. W. Auden, de quien hay bastante material sobre sus aconteceres, desplazamientos y amores, pero que no llegan —en mi caso, al menos—, a desplazar el interés por sus poemas capitales, a los que vuelvo una y otra vez, ya estén situados en Oxford, Hamburgo, Cintra (Portugal), Viena o Nueva York. 

Admito dos excepciones a esta regla y ellas son: Rimbaud y su corta vida de disconforme social tanto antes de escribir sus tres obras capitales como después de renunciar a la literatura, y Oscar Wilde, con sus humoradas de dandy, que son toda una celebración de la inteligencia (aunque, a mi juicio, en la medida que el testimonio proviene de sus propias páginas, también forma parte de su literatura).

5: ¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?

RFO: Me encantan los refranes por esa cualidad que los hace surgir de los labios en el momento preciso en que la ocasión lo requiere. “No hay mal que por bien no venga” (la aceptación de lo irremediable); “En casa de herrero, cuchillo de palo” (la condición insustituible de la experiencia); “No por mucho madrugar se amanece más temprano” (el valor del azar y lo imponderable); “Al mal tiempo buena cara” (la voluntad como conducta); “A caballo regalado no se le miran los dientes” (la gratitud); “Cada loco con su tema…” (vivir y dejar vivir); “Cuando el río suena, piedras lleva” (el valor de lo secreto); “Donde hubo fuego cenizas quedan” (el tesoro de lo vivido); “Genio y figura hasta la sepultura” (la huella de la estirpe); “Lo cortés no quita lo valiente” (la sociabilidad ); “Ojos que no ven corazón que no siente” (la lección de que no todo puede ser dicho ni es bueno oírlo todo). Y podría seguir.

6: ¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

RFO: Debo decir que las obras que más me han estremecido son: “La Odisea”, los diálogos platónicos, “La Divina Comedia”, “Don Quijote de la Mancha”, nuestro “Martín Fierro”, la poesía de Borges y de Czeslaw Milosz. En estado de perplejidad (si por esto entendemos duda, incertidumbre, confusión), el “Ulises” de James Joyce; si, en cambio, le damos la acepción de sorpresa, asombro: el poema “Un coup de dés” de Stéphane Mallarmé y la música de Gustav Mahler, particularmente el Adagietto de la Sinfonía nº 5.  

7: ¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

RFO: No sé si será por autocompasión o por sabia distribución de los recuerdos, pero no me viene a la cabeza ninguna situación irrisoria de la que haya sido protagonista. ¡Aunque sí, ahora me llega una de mi más remota infancia!: cuando en la plaza de mi barrio, ante la mirada de la chiquilina que me quitaba el sueño, patee una pelota y se me fue el zapato con el impulso.

8: ¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?

RFO: Algo ulterior reservado para los otros, pero de modo muy críptico. Un espacio que no parece ser muy amplio, ya que no todos tienen cabida en él. Hay poetas a los que les es dada sólo por un poema o por una línea (“Música porque sí, música vana…”, Conrado Nalé Roxlo). A la mayoría les es negada esa misteriosa suerte.

9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan? 

RFO: No necesariamente me aplastan. Por lo normal, me muevo cómodo en ellas. Me gusta volver a los mismos sitios, releer los mismos poemas y conversar con las mismas personas. Siempre descubro nuevos perfiles, otras inflexiones, una renovada riqueza en los reencuentros. 

Las colas en los bancos y oficinas, en cambio, con su cuota de expectación y desvelo, esas sí me abruman. Solo las sobrellevo suscitando animosas (tanto como efímeras) tertulias con los otros abnegados penitentes que me preceden o con los que me siguen en la espera.

10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.

RFO: Como cristalización de una modalidad de escribir puede constituirse en una limitación en la trayectoria del escritor (en un “amaneramiento”, como dice el escritor y periodista español). Pero esto ocurre cuando se apaga la inventiva y el escritor persevera en una retórica que ya no aporta sorpresa ni novedad ni mérito. Esto produce obras que no son otra cosa que un calco de lo ya hecho. 

Desde otro orden más valioso, el estilo (de stilus, punzón para escribir y, por derivación, marca, señal) es un código de identificación y, para el escritor, una conquista: la posibilidad de ser destacado por su peculiar uso del lenguaje, de entronizar un horizonte comunicativo propio, de darle oportunidad al lector de saber a qué atenerse al tiempo de elegir sus lecturas.  

11: ¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente? 

RFO: Rechazo la mentira, la indiferencia, la mezquindad, el pensamiento único. Pero me cuido de ser violento, pues allí es donde se acaban las palabras. Entre las ramas de la filosofía y, por ende, del comportamiento, que más me interesan está la hermenéutica. Amo, pues, los detalles, “los divinos detalles” de los que hablara Vladimir Nabokov para la literatura. 

Y entre los sucesos que me hartan, pongo a la cabeza las peroratas de aquellos que, por falta de argumentos, derivan en la gesticulación y el grito. No tolero a los gritones. Por el contrario, soy proclive a gustar de la vida a través de un cierto pathos (expresión tan difícil de definir, pero que, para mi economía, la traduzco como un cierto dramatismo interior ante el misterio del otro y de lo otro).

12: ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?

RFO: No lo dudo: yo, niño de cuatro años, en el campo, con boina negra y faja de igual color en la cintura, montado en el caballo alazán que me regaló mi padre (al que bauticé, apenas lo vi, con el nombre “Rubio”, por mi ignorancia sobre el pelo de los caballos).

13: ¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?

RFO: Me hubiera gustado acompañar a Don Segundo y a Fabio Cáceres durante su arreo de ganado por los pagos del Tuyú, dormir junto a ellos a cielo abierto, observando las estrellas y oyendo el rumor sordo de los animales sobre la tierra (“Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes). Luego, más ambicioso, viajar con Odiseo por todo el Mediterráneo durante el camino de su regreso a casa, pero sobrevivir, eso sí, como él, a las peripecias de la aventura (“La Odisea”).

14: El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

RFO: Es lo que, no sin laxitud, denomino “lo indeterminado” (el ápeiron griego), aludiendo con ello al material del que se vale la poesía para dar estatura verbal a lo que de indecible, tácito e inexpresable tiene el mundo en que nos movemos. Todas esas instancias son estaciones y disparadores de la poesía, entendida como la operación de esclarecimiento y puesta en acto de lo que carece de una definición concluyente. Todas ellas permiten repetir con Rimbaud: “Je est un autre”, “Aquí no hay nadie y sin embargo hay alguien”.

15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías? 

RFO: Como le escuché decir cierta vez al poeta Alberto Girri, “De ese lado no duermo”. Por lo que me cuesta destacar un artista o una obra en la que primen dichas expresiones. Exceptúo de este rechazo al “ingenio”, que, por el contrario, sí me seduce, y que tiene la virtud de conducirme, inevitablemente, a un nombre y a una obra que son su paradigma: Cervantes y El Quijote.

16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...

RFO: No aprecio la efusividad sentimental, la incontinencia verbal, la teatralización de los afectos. Estoy formado en una ética austera que traza una línea entre la vida privada y la pública. 

En cuanto a las imprecisiones preferidas, destaco aquellas que son fruto de los matices, de las distintas gradaciones del color, de los claroscuros de la emoción. Me refiero al horizonte de lo aún no pronunciado. 

17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?

RFO: Fui durante más de treinta años funcionario judicial y esto me adiestró en tratar de ser ecuánime y en poner humildemente en práctica la levinasiana responsabilidad anterior, preexistente, ante el otro (Emmanuel Lévinas). Y mi poesía se llevó bien con esa conducta, ya que me acostumbró, a su vez, a prestar atención a lo distinto —aún más, a interesarme por lo distinto—, como provechosa lección para reflexionar y a la cual —como un deber— adaptarme.

18: ¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?

RFO: No el mundo, sino, en todo caso, ciertos episodios, temperamentos y etapas del mundo. La crisis económica del ‘30 y las casi inmediatas guerra española y segunda guerra mundial fueron, sin duda, algo detestable, en las que se vieron las peores caras de la criatura humana. Pero el mundo tuvo y tiene otras caras más dignas. Pensemos en la mirada —contemporánea de aquellos sucesos— de Nikos Kazantzakis, oponiendo a la tragedia la ternura vital de “Zorba, el griego”. O en esta otra gema de conciliación y esperanza que afirma: “De vez en cuando la vida / toma conmigo café…” de Joan Manuel Serrat. 

Tengo una visión más positiva que la propuesta por “Cambalache”. Pero no voy a refutar a Discépolo. El poema tiene una unidad semántica, sonora y estilística que hacen de su reproche social una “verdad” de probado valor artístico. Entiendo, no obstante, que lo suyo fue una respuesta puntual a hechos y circunstancias también puntuales, que universalizó a fin de darle mayor impacto a la emoción.

19: Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?

RFO: Sócrates, Jesucristo y Leonardo. Tres esferas bien distintas (introduzco también la dimensión trascendente) en las que encuentro valores que me asisten y me fascinan: Sócrates por la fidelidad a sus convicciones, Jesucristo por instaurar la doctrina del amor y Leonardo da Vinci por apostar su potencia creativa a la carne y a la geometría con la misma intensidad.

20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?

RFO: No sé si “a mandíbula batiente”, pero sí con probado encanto, en mi infancia estuve más inclinado a reír con Laurel y Hardy que con Chaplin. Ahora la preferencia se ha invertido y es Chaplin quien me produce mayor contento. Eso sí: con la atención creciente puesta en el humor cultivado y acrobático de Buster Keaton. 

21: ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal?

RFO: Con resignación y alguna cuota de humor, ya que a esta altura de la vida sé muy bien que los ideales no siempre se alcanzan. Que son metas, vislumbres, puertos. Que su mayor virtud es la de imponer un rumbo (como la de esos faros que no evitan los naufragios, pero ayudan a continuar la navegación).

22: El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

RFO: Con el amor, bien: creo que sé querer y siento que soy querido (aunque de nada de esto hago una manifestación). Contemplación es lo que hago a diario (frente a la naturaleza, ante las personas y los sentimientos, desarrollando la experiencia de las formas simbólicas). Con el dinero nunca se sabe, pero como soy sobrio no siento carencias. La religión es el gran horizonte: la palabra misma encierra en su raíz latina una acción que me reconduce: religare. Y, por fin, con la política no he mantenido otro vínculo que el de procurar comportarme como buen ciudadano, atento a mis deberes y celoso de mis derechos. 

23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

RFO: En primerísimo lugar: a un programa televisivo conducido por un gritón que desde hace años festeja falazmente a sus participantes y con igual énfasis se burla de ellos, antes, durante y después de sus números de danza.

24: ¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?...

RFO: El corto tramo que va desde la calle 7 y 61 de La Plata, en donde estaba mi casa familiar, atravesando la Plaza Rocha hasta la diagonal 78 entre 5 y 6, donde vivía mi amigo Horacio Castillo. Tanto de ida como de vuelta, infinidad de veces transitamos ese recorrido para compartir una lectura, leer un poema recién escrito o confiarnos algún secreto —normalmente feliz— de nuestras vidas.

25: ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción.

RFO: Ay, Rolando, me ponés en un brete. No soy proclive a los juegos de ingenio ni a las adivinanzas. Las palabras son para mí un mundo dentro del mundo. Hablan de las cosas, pero no son las cosas. Dejo que sean ellas las que me visiten, para recién luego comenzar yo mi labor. De don y trabajo, he hablado antes, con la mira puesta en conferirle forma verbal al impulso que me lleva a escribir. Me quedo, pues, del lado de Dylan Thomas, cuando muestra asombro (él le llama “enamoramiento”) frente a las palabras: “Ahí están ellas, aparentemente inertes, hechas de blanco y de negro, pero de su propio ser surgen el amor, el terror, la piedad, el dolor, la admiración, todas esas abstracciones que hacen peligrosas, grandes y soportables nuestras efímeras vidas” (“Manifiesto poético”).

26: “Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?...

RFO: En las zonas bancarias, al mediodía, cuando lo único que parece importar son la suma y baja de las cotizaciones en las pizarras de la Bolsa y los sueños profanos de sus intérpretes. Pero también mueren en las páginas mal escritas, en las obras traducidas sin rigor y en la impotencia de la propia lengua para elaborar la palabra que falta.

27: ¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

RFO: Sí, puedo. Las obras me deslumbran por su capacidad retórica y por la imaginación que despliegan. Cuando esto se cumple, me rindo ante su presencia y en mi interior siento crecer un entusiasmo que se expresa muy bien con la palabra “admiración”. 

28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que jamás alude a la promesa?

RFO: Siento desilusión y trato de comprenderla. Luego vendrán otros resortes del espíritu menos nobles que me llevarán a imaginar intenciones ocultas (que normalmente cierran en algo mucho más simple: se olvidó). Pero lo cierto es que difícilmente puedo borrar del todo ese olvido: su mutismo ulterior queda flotando en mí con la fuerza de una interrogación. 

29: No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás?

RFO: Admiro a los dotados de gran inteligencia, rica sensibilidad, probada maestría, vasta cultura, sano liderazgo. Y entonces aparecen en desordenado tumulto: Georges Steiner, Simone Weil, René Favaloro, Jorge Luis Borges, José de San Martín.

30: ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?

RFO: Pienso que ambas cosas: me pertenecen y soy movido por ellas. Aunque debo decirte que me veo menos sujeto a las pasiones (en cuanto fiebres o fanatismos) que a los entusiasmos (más próximos al buen ánimo y la alegría), seguramente por la contención que opera en mí en cuanto a los excesos. Las pasiones son más fuertes y duraderas que los entusiasmos, aunque las dos confieren una vitalidad que me impulsa a ir más lejos.

31: ¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?

RFO: Me viene uno a la mente: el artista plástico británico Damien Hirst, que expuso un tiburón dentro de una caja de vidrio con formol. Comprendo que la novedad y la sorpresa son componentes del fenómeno artístico, pero creo advertir que algunas modalidades del arte conceptual y de las instalaciones abusan de la idea como arte, descuidando el valor atinente a la realización en sí de la obra. De todos modos, la exaltación de la obra de arte nunca es perniciosa, pues el tiempo se ocupa de poner las cosas en su lugar. 

32: ¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?

RFO: No creo que el amor sea “por naturaleza” asimétrico. Dicha condición ha de ser, a lo sumo, uno de los tantos episodios del amor. Extremar el punto de vista es uno de los recursos de la construcción poética y de todo el arte en general, con el objetivo de ensanchar el escenario de expectación. Seguramente, eso es lo que hizo Luisa Futoransky.

33: ¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?

RFO: El amanecer, soy diurno. Mis horas preferidas son las de mayor luz natural, cuando todo parece comenzar o recomenzar. Flaubert escribía durante la mañana, dormía una corta siesta y luego corregía lo escrito durante la tarde y hasta muy entrada la noche. Yo veo con simpatía esa modalidad, solo que siesta no duermo y que pongo término al día antes de la medianoche. La caída del sol me estimula para la conversación. 

34: ¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?

RFO: Recuerdo con felicidad de oyente la reunión cumbre entre Astor Piazzolla y el saxofonista Gerry Mulligan, allá por los años ‘70, y la más reciente entre los tres tenores Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras. Me gustaría asistir a otras que idealizo: la de Sócrates y Platón, la de Keats y Shelley, la de Michel de Montaigne y Étienne de La Boétie. Y aquella también eminente (epistolar en su última etapa) entre Walter Benjamin y Theodor W. Adorno.

35: Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?...

RFO: No soy ajedrecista; observo el juego desde afuera, pero siempre me ha seducido ese modo pacífico de concluir la partida que es “hacer tablas”. Lo tomo como una invitación a reiniciar la partida.

Traslado esa figura a la vida y me consuela con su imagen de no vencer y no ser derrotado. Hacer tablas, empezar de nuevo, mover otra vez los peones. El misterio se mantiene intacto. 

Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de Mar del Plata y Buenos Aires, distantes entre sí unos 415 kilómetros, Rafael Felipe Oteriño y Rolando Revagliatti, 20 de agosto de 2020. 

Rolando Revagliatti nació el 14 de abril de 1945 en Buenos Aires (ciudad en la que reside), la Argentina. Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia, dos con cuentos, relatos y microficciones y quince poemarios, además de otros cuatro poemarios sólo en soporte digital. En esta condición se hallan los Tomos I y II de “Documentales. Entrevistas a escritores argentinos”. Todos sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en http://www.revagliatti.com 


Cuatro poemas de Ludwig Saavedra

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 UNO 



Esperar estruendo 

en un páramo de ceros y unos 

ilusión  espejismo 

duraznos bajo la luz de una tormenta


Festín de egófagos

decoran la entraña de la nave y edulcoran 

jardines de cristalina melodía 


Hiperguerilla

Grafías listas para la ejecución de la sinfonía 

El vasto imperio de la música es el mapa del sudor y la ternura 


Todo ese color en el mundo 

solo para que sonrías 

Plática entre diente de león y fina catarata


Tristeza que toma limonada en un balcón 

de mi ciudad infectada afectada desalada


Mientras el cielo espejado  acariciado 

por nuestras miradas 

como si de una gran león o tigre se tratara

nos pierde 


y nos confiesa antes de todo que esto es una masacre 

el poema

la hiperguerrilla  todo   


Añoro  el pogo

Goce

bajo noche 

y sobre dócil pasto


añoro

un solo de Rage Against the Machine en un fest de poesía 

mientras el amor de tu vida rapea pétalos amarillos y morados 


Una chica que sabe reír de una forma especial 

y te hace reír de una forma especial 


risa o flor que también llevas tú y no sabes

clandestina y ensoñada laguna 


delicadeza de los días que se ensartan como cuentas de un collar 

isla para mi naufragio   

lluvia sin solución en un paisaje de niebla holograma. 



 

DOS



El amor no me salva

Me salvará mi canto


Y mi canto

es un viaje infinito

entre la niebla 

y el mar


Además de una vibración

Silencio


Si mi canto no me salva

Entonces nada soy

No soy ni el viento

ni la humedad que baila lento

en el patio de la casa 

Verdeando 

las paredes 


no soy ni mísera brisa 

que lee miradas y se desvanece 


Soy solo un dolor 

que la noche olvida 

entre sangre 

y alcohol 


Si mi canto no me salva 

soy solo un fantasma 

que llama a la puerta 

que grafitea un nombre 

y añora que su canto 

lo ilumine 

sin tregua 

ni muerte 


como adentrarse en el desierto 

el desierto que escribe poemas de sombras

con el perfil de las dunas y los cirros

poemas sobre el vacío o la desolación o la sencillez de las cosas


y hallar por ejemplo 

un agabe en flor   Iluminación


Como si además de ti y de mi

hubiera alguien más en la página en blanco.



TRES 


Como un animal sediento 

Me acerco a la hoja en blanco

Y observo mi corazón 

hecho de cristales pulidos por el mar 


Quisiera aplacar esta sed 

O esta imprecisa e irremediable tristeza que me acecha

O ambas 

Y el deseo es otra hoja en blanco

 

Siempre hay soledad en tus poemas me dicen

Entonces diré como un animal sediento:


 Es una fría tarde de invierno en el corazón de la montaña

El esplendor del río es solo un recuerdo que se mece manso y puro 

Como si de una delicada canción se tratara y llegara su fin 


La esperanza es nuestro sudor 

y la luz en los ojos de los niños 

la esperanza es creer que todos los niños del mundo son nuestros 


Quedan algunas estrellas el viento sabe 

El resto de las palabras

Que más da.



CUATRO


Escribir poesía es un oficio triste y muy esforzado

Muerte entre llamas azules y verdes al osado 

Que luce como estandarte su cerebro lleno de valles y sinuosas plegarias

La masacre de la letanía del invierno asciende entre cantos de vendedores ambulantes lo sabe 

y

Se abre paso como un perro rabioso antes de que le den el balazo fundamental 

Arda la pira de sus ansias como ofrenda 

Saber conjugar y olvidar

Y saborear esta desolación entre palmeras de diamante


Antes fui dédalo y florecí 

en rostros vacíos como monedas de un dios deudor 

De todas las oraciones de las niñas buenas

Yo antes decidí olvidar mi propia claustrofobia 

Sonreír cada tanto y cruzar los albores de esta ciudad y su música concreta y afilada

Saber de memoria los parajes del éxtasis

Como testigo fiel de todos los crímenes 

Manjares me entretuvieron y entonces entristecí pero dije 

Este es mi Perú de poesía

De poemas que sudan y tosen y chillan y les moja el rochabús de la policía 

Entonces me volví salvaje    decidí otra vez  tomar el oficio por las astas de demonio

Feliz 

Campante 

Me deshice en los caminos de ichu 

Me sembré como amor en los balcones de sus ojos 

Me sacrifique en los fest de poesía destripando cerdos para buscar perlas

Salté el charco   libre el chaco   sacie el dolor de las iras y de los idos 

Los pormenores de las manos que insidiosas trepaban porque solo sabían y quedaba eso

Trepar y trepar a como de lugar 

El sinsabor era parte de la sazón de la muerte cocinera 

Nuestros nervios se posaron en sus versos como aves de color mortecino

Soñé con los parajes blancos donde saltan los demonios andinos 


Los volcanes nutrieron mi imaginación fogosa entre  fiestas inyectadas a la fuerza

Gire como un pálido huracán  trepé también  a mi modo

Pero nada satisfizo este acorde que llevaba 

Ni nadie acerco su oído para escucharlo 

Somos solo el recuerdo que dejamos 

en una tarde frente a los chicos del colegio que mira a esos señores presentados como poetas 

Esos señores resaqueados

Escribo sin pensar 

Escribo sin dudar 

Escribo d verdad

¿Pero eso cuenta? 


Importa me dice el saxofón de Coltrane y la lira de Orfeo

Importa me dice el perro más furioso del infierno

Importa me dice el trozo de isla que se salvó de tu tormenta de gestos vacuos

Importa me dice Willy   Franky    Héctor domador de caballos suéltame que voy sin jockey 

Los nombres épicos de nuestras fiestas en el barrio  causa

Los sueños perdidos los sueños encontrados 

Los sueños arrasados por las alas de  sombra de tiempos altamente líricos y sílices.




LUDWIG SAAVEDRA: Lima, 1985. Literatura en la Universidad NacionalMayor de San Marcos. Ha publicado las plaquetts de poesía: Florece, 2009. El mar de vinilo, 2015; ambos con el sello Paracaídas editores; los poemarios Los arrecifes, edición cartonera a cargo de Amaru Cartonera, Hartado de sonidosy Al pie de la explosión, 2017 y 2018. Ha participado en diferentes festivales de poesía, ferias de libro, en Perú, Ecuador, Chile, Bolivia y el norte argentino. Es declamador de poesía itinerante, docente de Literatura en colegios, librero, editor del sello Huachumera editorial y la Revista Latinoamericanade Poesía Obayareti. Prepara dos nuevos libros y espera la Revolución de la mente y que arda todo.


Poemas de Rubén Valle

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Lo negro de la nieve


El azar te juega sucio

Los horóscopos deciden

por vos sin vos

La única teoría de las probabilidades

es improbable que pueda aplicarse

                 a tu cuadro de situación

Una bruja bien podría leerte

la mano nunca el corazón

En la borra del café 

no sería extraño hallar pistas

de las mujeres que perdiste 

                      y te perdieron

El olvido es un ejercicio vano 

Insobornable como ese detective ciego 

que por las noches te encuentra sin buscar

y te dice: sólo los espejos pueden mirarse a sí mismos 

No les preguntes ni a ellos ni a la intemperie


Ninguno te revelará lo negro de la nieve


De Lo negro de la nieve & otros poemas así (2018) 




El loco de Lepanto



En el Ecuador del vaso

En lo lleno y lo vacío

En lo tangible y lo distópico

                   planto bandera

En el Ecuador de este vaso

la vida no nada vale y todo lo vale

Se puede tocar la estrella o el fondo

y no dejará de ser la misma mano

En esta niña de los ojos

soy el equilibrista que lee el vacío en braille

sabiendo que caer o volar es parte del milagro

En el meridiano de mi camino incierto

miro hacia atrás oteo hacia adelante

y veo tanto que ya no veo

Soy el ciego de Lepanto


El loco que dice su verdad


De Lo negro de la nieve & otros poemas así (2018) 




El nudo



Escribo en la lengua

del ahorcado

No sobre sino desde

En su idioma digo

Es decir como si me faltara

                             el aire


Mejor dicho: escribo para respirar.


De La lengua del ahorcado (2019)



Vox populi


Paren las rotativas: contra todo pronóstico

fuentes confiables o letra muerta Dios no tiene guion 

De ahí esta esquizofrénica improvisación que va del amor al odio 

sin escalas, este pánico escénico de no saber cómo termina 

la obra que nadie escribió o en qué momento aplaudir, reír o bostezar. 

No tiene guion: ¡Dios improvisa! y le tiemblan las manos y vuelca el vaso (vacío) y lee un libro en blanco que dice: Dios no nos quiere contentos*. 

Y se enoja, golpea la mesa, tergiversa los espejos, pero no deja de improvisar, por eso el telón cae antes de que el canillita iconoclasta vocifere 

Acta est fabula / El espectáculo ha terminado** e irrumpa la muerte 

a medio vestir y nos mande a todos al mismísimo diablo 

o, ni él lo permita, a un insoportable cielo sin mujeres.


*Griselda Gambaro

** Ultimas palabras de Augusto


De La lengua del ahorcado (2019)





Rubén Valle (Mendoza, Argentina, 1966)

Periodista, poeta y narrador. Ha publicado los libros de poemas Museo Flúo (1996), Los peligros del agua bendita (1998), Jirafas sostienen el cielo (2003), Placebos (2004), Tupé (2010), Grietas para huir (2013, ebook) y Lo negro de la nieve (2018) y La lengua del ahorcado (2019).  

Integró las antologías de poesía Promiscuos & Promisorios, La ruptura del silencio, Martes literarios y Poesía en Tierra, del Centro Cultural de España en Buenos Aires.

Fue miembro fundador del grupo parapoético Las Malas Lenguas y editor de las hojas literarias Tres Agujas y Tiburón Amarillo.

Desde 1997 hasta principios del 2000 dirigió la colección de poesía La Mesita de Luz para la editorial Diógenes.

Sus poemas han sido publicados en medios de la Argentina y de Francia, España, Brasil, Colombia y Rumania.

En 2006 fue incluido en el documental Poesía Extrema, que reunió testimonios de escritores argentinos y canadienses.  

En dos oportunidades obtuvo el Primer Premio Certamen Literario Vendimia en la categoría poesía. En el 2007 ganó el concurso Ciudad de Mendoza con su obra Bla!  

Como narrador participó de Mitos y leyendas cuyanos (1998), editado por Alfaguara, y de la antología de textos para niños Ellos, los otros & nosotros (2003).  

En Pampia Grupo Editor publicó los ebooks de relatos breves Desperté en el bosque después de haber soñado un bosque (2013) y La medida de lo posible (2015).  En 2020 lanzó su propia editorial digital Peras del Olmo con su libro de microrrelatos Modo luciérnaga. 

Como periodista ha trabajado en los principales medios periodísticos de Mendoza, entre ellos los diarios Los Andes, UNO y MDZ.


Poemas de Luis Raúl Calvo

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Los amantes


Dicha y ocaso, gravidez de los rituales.

Línea oblicua del amor en las maletas del viajero.

Los perros ladran su tormento en las trenzas de la

/dama.

Hueco de rencor, antiguos maleficios.

¿Quién ha robado los bastones del ciego

buscando luz en las tinieblas?

Nadie separa nuestros cuerpos de la tierra

pero ellos, los amantes, no esperan el orgasmo

para saciar su sed de cruzas elegidas.


(Del libro “La anunciación de la partera”, Ed. “Correo Latino”, Buenos Aires, 1992)



La vida real


La vida real es un desgastado

sacerdocio.

En las altas ciudades, miles

de fieles confinan sus almas

para apaciguar el fuego de la carne

la dorada caridad de la limosna

el religioso orden de los días

por venir.

Habíamos dejado todo en manos

de los dioses, la deidad de la

cuaresma y los santos evangelios

éramos buenos y santos y la tierra

del paraíso nuestro más preciado

bien.

Pero tú, que renegaste de dogmas

y costumbres y elegiste la libertad

a ciegas a los prometidos reinos

de la sabiduría, hoy deambulas por la

espesa niebla del ocaso

con la cabeza gacha

y las manos atadas a un dudoso banquete.


(Del libro “Calles asiáticas”, Ed. “Plus Ultra”, Buenos Aires, 1996)



I


Suele suceder que el tiempo

transforme los recuerdos

en otros recuerdos

las miradas en otras miradas

las sospechas en otras sospechas.


Cada familia celebra sus ritos

cotidianos, crea de la nada

sus propios fantasmas, inventa

por las noches monstruos clandestinos.


De esa lúgubre orfandad, venimos

a este mundo, para iniciar

un extraño pacto con la vida.


(Del libro “Bajos fondos del alma”, Ed. “Generación Abierta”, Buenos Aires, 2002)




Gauguin y Yo

a  Vincent Van Gogh


Era él o yo, no había términos medios.


Por eso aquel día del cuchillo,

frente al terror de Gauguin  huyendo

despavorido de la casa

algo se rompió en mí para siempre.


Algo me llevó a dañar mis propios órganos

y como ofrenda ofrecérselos

¿a mi enemigo interior?, ¿a aquel por quién tanto

velé en esas horas, minutos y segundos de mi

vida, en la tan esperada

comunidad de los artistas?

Nunca más me pude reconstituir, padre,

como te decía, algo en mí se quebró

eternamente, y otra vez, una vez más,

desfalleciendo en la soledad de  este mugriento

  loquero, reconozco que te  he fallado.



(Del libro “Deconstrucción de los rostros y otros poemas”, Ed. “Generación Abierta”, Buenos Aires, 2019)



Luis Raúl Calvo: Nació en Buenos Aires, Argentina en 1955. Poeta y ensayista, psicólogo clínico. Su obra ha recibido diversas distinciones literarias.

Obra publicada: En poesía: “Tiempo dolorosamente resignado”(Ediciones “Generación Abierta”, Buenos Aires, 1989); “La anunciación de la partera” (Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1992); “Calles asiáticas” (Editorial Plus Ultra, Buenos Aires,1996)); “Bajos fondos del alma” (Ediciones “Generación Abierta”, Buenos Aires,2002); ”Belleza nómade” (Ediciones Generación Abierta, Buenos Aires, 2007); “Nimic pentru aici, nimic pentru dincolo”, (Editorial Gens Latina, Rumania, 2009); “Nada por aquí, nada por allá”, (Ediciones Generación Abierta, Buenos Aires,2009); “Profane Uncertainties” (Editorial Cervena Barva Press, Estados Unidos, 2010). Esta obra contó con el apoyo del  Programa Sur de Apoyo a las Traducciones Literarias de Argentina); “Breve Anthologie”(Editorial Harmattan, Francia, 2012); “A Outra Obscuridade” (Editorial “Sarau Das Letras”, Brasil, 2013); “Viata reala si alte poeme”/ ”Jeta reale dhe poema tjera” (Amanda Edit Verlag, Rumania, 2015); “Semnale de alarma” (Editorial “Ars Longa”, Rumania, 2017). Esta obra contó con el apoyo del  Programa Sur de Apoyo a las Traducciones Literarias de Argentina; “Deconstrucción de los rostros y otros poemas” (Ed. Generación Abierta, Buenos Aires, 2019); “Atto Segreto” -“Acto Secreto (“Giuliano Ladolfi Editore”, Italia, 2019).



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